Sera cierto lo que anoche me dijo una amiga cuando estábamos entretenidos en una nube de humo mentolado dentro de aquel antro lleno de vestidos y pantimedias, acompañadas de camisas altas. Frente a nuestros ojos festivos, desfiló una musa con cabellos de ángel: “Las rubias ponen”. La escuché, moví mi cabeza de arriba abajo para dar a entender un “estoy de acuerdo”. Pero no bastó. Era necesario decir más. Es preciso decir más. Las rubias despiertan esa magia del paraíso terrenal. Ellas llenan de color el vasto mundo del castaño y azabache. Sin ir más lejos, son un cliché benigno.
En el inicio de todos los tiempos, no hubo tiempo de teñir a los ángeles de colores tierra, y por ende estos bajaron tal cual, rubios. Es lo que me imagine la primera vez que me enamore de este color. En las raíces capilares de lo no común al menos acá en Lima lo que me gusta hacer cuando quedo en estado vegetal es verlas, solo por pasatiempo, y ellas disfrutan de ser vistas.Te entretienen como a un gato enredado en una madeja de hilo. A mí me encanta verlas sobre high heels, y mini-mini faldas. O quizás, tal vez en vestidos strapless, asimétricos donde el hombrito más sexy queda al descubierto y regala un inigualable panorama. Basta con un gesto o una mueca de la dama de cabellos claros para lograr que un mosquito entre y salga, a la velocidad de un caracol, de la boca de aquel pobre hombre que ha quedado en condición de inmovilizado.
Pongamos en una balanza simpática, el deseo de los hombres. No hay absolutamente nadie que dude de las virtudes de una rubia. Ojo que digo rubia no gringa. Son polos totalmente distantes. Tampoco quiero que mis largas palabras sean erróneamente entendidas. No quiero que suenen como el accesorio de la última temporada. Las rubias no son eso. Al contrario ellas dictan la tendencia sobre quien lleva mejor a quien. Es toda una tarea ser “pelos de elote”. Pero no todas son lo que una verdadera mujer platinada debe ser. Disimuladamente creo en una serie de eventos que deben acompañar al perfil de una rubia:
Una buena rubia debe ser carismática; como la gran Camero Diaz, que con un guiño ya tiene a todos los cine-maniacos llenando de babas lujuriosas la pantalla.
Una rubia, debe ser única, icónica e inconscientemente coqueta, como la sensacionalmente postuma Marilyn Monroe. La amamos por esa inocente sensualidad que la convirtió en el sex simbol del cine dorado. Si ella me lo ordena yo también me hago amigo de los diamantes. Y solo con verla volamos como su ya epic vestido blanco sobre un ducto de aire en The seven year itch. Es historia.
Una buena rubia debe ser una it girl. Blake Lively, o mejor conocida por el común denominador como Serena Van Der Woodsen la gossip girl. Guapa, alta, piernas largas, que mas debo decir, simplemente tráiganme un extinguidor. She knows we love her, xoxo.
Una rubia debe ser polémica. Paris Hilton es el vivo ejemplo, la aman, la odian. Lo que es seguro es que donde ella pisa, tal huella quedara grabada en el concreto y jamás pasara desapercibida por los flashes de paparazis hambrientos de destrucción amarillista.
Una buena rubia debe ser poderosa y creativa. Madonna es no solo cantante es diosa. Reina del pop y reina de muchos sub mundos dentro de este mundo que gira y gira sin poderlo tener.Cantante, bailarina, actriz y iconica; y sigue creciendo sus sustantivos.
Una buena rubia debe ser amada. Debe ser una mujer que conmocione cuando ya no esté presente entre nosotros. Diana de Gales lo logró ¿Por qué sin conocerla la queremos? Eso es lo que una persona alguna vez llamo, los grandes misterios de la vida. Carisma.
Hay muchísimas cosas que no se han dicho y seguiré sin decir. Pero cabe mencionar que lamentablemente todas las rubias están metidas en el gran saco de lo mediocre. La gran pregunta es ¿Son realmente huecas? Yo he tenido un par de amigas de cabellos oxigenados por la naturaleza pura, así que puedo atreverme a decir que… ES TOTALMENTE CIERTO. No todas, claro. Pero existen muchas que si no le pones el dedo en la boca, pueda causar una revolución en la cultura. Recuerdo una vez, que yo estaba manejando muy quitado de la pena, por las calles más transitadas de Lima, y me toco el insoportable rojo del semáforo. Delante había un carro, y a mi costado otro con una rubia en el volante. "Rubia al volante…. constante". En fin estaba ella con una amiga, rubia también. Y la copiloto le dijo a la otra: ¡verde, verde! ¿Por qué no te mueves?! A lo que la rubia le dijo: “Ay, estoy esperando mi color favorito”.
Yo solo digo, no hay peor cosa que rubias que no son. Las raíces negras son un archí enemigo, que delata su cojudez elevada a la millonésima potencia. Esas son las huecas, las que no pueden armar un rompecabezas en un día, porque en la caja dice “entre 2 a 3 años”.
Yo no me rio de ellas, repito y reitero, las amo. Ellas llenan el mundo de simpatía, ella logran con una sonrisa iluminar una ciudad. Ellas regalan al viento la picardía de jugar con sus líneas amarillas sin friz que emulan rayitos de sol. Ellas regalan a las pupilas toques de colores, azules y verdes que pintan una mirada frívola, descabellada pero poderosa. Ellas pueden hacerte desistir. Ellas pueden coger esos hilos que cuelgan desde lo alto en las nubes que mueven tu vida, y manipular tus latidos solo para que bombeen por ellas.
Y que importa. Si todas lo merecen. Gracias a ellas las junglas de concreto se llena de glamour, estilo y actitud. Las capitales de la moda lloran por ellas. Musas de brochas finas y lentes que captan la belleza de lo real. Las ves, las quieres, las deseas. Y ahí están, abundan en una burbuja, pero hay. Existe esperanza. No quiero sonar repetitivo y segmentador. Pero a ojos cerrados lo divulgo, blondes do it better y como bien dijo un sabio hace años: “Los caballeros las prefieren rubias”. Quien se atreve a discutirlo.
#G
Anoche, Gercar lo dijo
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