Anoche por primera vez en mi vida
hubiera deseado que un semáforo en rojo durara más de 3 hasta 4 minutos, esta conversación
la que estaba teniendo en whatsapp era de la más entretenida que he tenido en
estos días.
Es imprudente usar el celular
mientras manejas pero más imperdonable sería dejar en visto a esa persona que
con cada sonido de notificaciones me sacaba esa sonrisa que solo se ve en las
chicas huecas de comedia americana.
Todos los momentos sin rutina e inmóviles
de mi día los dedico a escribirle. Me olvido que camino, me olvido que trabajo.
Hay momento en que puedo escuchar su sonrisa y también me provoca reír.
No nos hemos conocido aun. Los chats
pueden ser experiencias maravillosas. Nos mandamos cada vez que podemos un
selfie hasta hacerlo costumbre. Un selfie diario. #selfiedeldia porque ese
ayuda a que las emociones y las expectativas tejan una historieta.
Me acuesto tarde por hablarle y
me levanto temprano con sus saludos. Todo parece escrito por Walt Disney.
Vemos las mismas películas,
escuchamos la misma música. Incluso estamos leyendo el mismo libro. Y comentamos
la última edición de los Oscar juntos. Parece
una buena idea confiar tus caprichos y engreimientos a un perfecto y hermoso
extraño porque al parecer te escucha te entiende ya demás de eso te gusta. Y crees
que todo lo que digas será un deseo cumplido.
Nos damos cuenta que BOOM
encontramos a alguien que no se espanta de lo que decimos. Que no te deja en
visto ni un solo minuto (Porque #perraporfavor histérica te pones si se demora
en responder). Mágicamente ese alguien al otro lado del whasapp , sonara increíble
lo que voy a decir, no le molesta, por el contrario, le encanta tus defectos. O
al menos no lo exasperan como los 50 perfiles anteriores que te dieron “match”.
Un roto para un descocido. Alma gemela,
media naranja. Hago memoria y me doy cuenta que hace tiempo que no me pasaban
cosas bonitas. Cierro los ojos me pellizco y me duele, una respuesta que me da
la gran noticia, que no estoy soñando.
Finalmente llega el día en que conocerás
a tu One true Love. Te afeitaste hasta lo que no tiene pelos. Te peinaste con
gel y hasta estrenaste esa camisa que era para la fiesta del fin de semana
(probablemente holy pop).
Te has comprado un par de mentas
y lustrado tus zapatos. Usaste ese perfume que lo usas cuando te sientes en
comercial de perfumes mientras sueñas despierto.
Ahí están las llaves del auto
esperando por ti. Manejas mientras haces el cheklist mental de las películas que
podrían llevar en su primer roadtrip juntos que ya planeaste desde la segunda
hora de conversación continua incluyendo audios y selfies.
Estacionas y sales del auto. Esperas.
Se acerca un auto y se estaciona frente a ti. Sale del auto y todo lo que decían
sus fotos empieza a perder credibilidad. Intentas hallar las 7 diferencias entre
expectativa y realidad y encuentras más de 100.
El saludo es incómodo y
obligatorio. Las ganas de huir recorren los 206 huesos de tu cuerpo. Intentas respirar
profundo y haciendo usado de tus habilidades de control del estrés decides
conocer a esa persona que ahora es un completo extraño. Que tan solo con un “hola”
desapareció el historial de buenas conversaciones en el trabajo en tu cama.
Toda la idealización que realizaste poco a poco se transforma en la calabaza, el perro y los ratones, como si
hubieran sonado las doce campanadas y todo volvió a como era antes. Solo y con
un zapatito (celular) de cristal que guarda la esperanza (el chat) de que algún
nuevo príncipe vuelva y empezar de nuevo la búsqueda.
#G
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