viernes, 11 de marzo de 2016

EL CHICO DEL BUS #Capítulo6 EL SELFIE Y UN ESPEJO ROTO


Hoy ha sido el día más frío; aún más frío que la mañana siguiente a aquella noche, debería empezar a acostumbrarme, pero la negación hace que revise dos o tres veces el calendario, no está equivocado, han pasado 6 días. Cada 5 minutos reviso mi celular, no hay mensajes de texto, de voz, ni llamadas pérdidas, no está, no aparece, desapareció como un conejo en el sombrero de un mago. Como si todo hubiera sido parte de un buen truco de magia. Cuando lo pensaba así, sentí que solo hace frío en mi cuerpo, y lo que corría por mis mejillas no era la lluvia.

Lo veo y no lo creo. ¿Por qué me cuesta creerlo? Acaso he permitido que esto me afecte como un misil disparado directo a la sien haciendo volar mis sesos, pensado y pensando; y terminando en la misma interrogante ¿Por qué?

Supongo que siempre supe la respuesta, siempre supe que llegaría este momento, en que me preguntaría porque H ya no me escribe. ¡Diablos lo sabía! Desde el inicio. Desde el primer bus hasta el número telefónico anotado en un boleto. Todos esas señales, todos esos caminos no llevaban a Roma, solo a su cama.

H solo quería lo que dura una noche. Una anécdota más para sus conversaciones, y yo sabiendo este juego de memoria… Siento que he perdido, que me hubiera gustado ser yo quien desaparezca y no él. Supongo que estaba jugando con fuego.

Esta fábula tiene una moraleja aburrida, creo que amerita una lección diferente. Mis amigos tenían razón, rompí todas las reglas e hice exactamente todo lo contrario a lo que advirtieron. Solo fui el postre que se comen después de la cena, y finalmente soy ese sentimiento de culpa como cuando estas a dieta y tienes la necesidad de ir al gimnasio a quemar las calorías que acabas de consumir. Deshacerte de la grasa…

¿Habrá una explicación? Una vez más, creí distinguir al buen chico del patán hijo de puta que solo deja otra cabeza hueca con ideas fantasiosas, el corazón roto y mi ropa interior como su trofeo en el fondo de su walk-in closet.  

Pero, así es la vida, está llena de buses, no dejes que te atropellen con una mirada misteriosa y encantadora como la de él, la de H. Me deje ver la cara, y algo más… Jugo con mis emociones y mis piernas en diferentes posiciones. El vino sirvió para aderezarme y un “Me gustas” solo como pimienta al gusto.

Luego de unos días, el camino a casa después del trabajo volvió a ser el mismo. Una rutina necesaria, pasajera y ordinaria. Solo subían personas de siempre, sin un misterio detrás de sus miradas. Los chicos eran los mismos de siempre, no había nada como el original.

Un día por la mañana me desperté más temprano que de costumbre. Y son a esas horas que me encuentro con A (el otro chico del bus) el chico de la secundaria. La última vez que lo encontré en el bus, no me atreví a saludarlo, esta vez no tendría dudas en hacerlo, me senté a su costado sin antes fingir un gesto de sorpresa,

"Hola! como estas" 

Él respondió el saludo con esa sonrisa que parece no envejecer. Su lunar era inconfundible y perfectamente colocado bajo el ojo izquierdo. Sus cabellos encrespados parecen más incandescentes cuando están a luz del sol que entra por el vidrio y su sonrisa es como esas que derriten la mantequilla congelada al calor de la lumbre.

Nos dimos un apretón de manos y me senté a su costado. Un breve periodo de silencio incómodo invadió nuestro alrededor. Somos prácticamente dos extraños, solo hablamos un par de palabras en la secundaria hace ya 10 años. Creo que solo hemos hablado tres veces en la vida, y siempre oraciones cortas que no completan un párrafo.

Estos días mi humor esta con altibajos, no tengo ganas de salir ni hablar con nadie, pero A me inspiraba conversación. Luego de algunos minutos y varias cuadras con paraderos entre risas nostálgicas,  me pregunto

"Disculpa ¿Cómo te llamabas?”

Y al hacerme esta pregunta se notaba el sentimiento de culpa en su pregunta, pero no tendría por qué recordar mi nombre, y en realidad yo tampoco el suyo (si él supiera que en esos tiempos, solo escuchar su nombre provocaba en mí unos cuantos suspiros)

Le dije mi nombre rápidamente y sin importancia, para frenar sus nervios y su incomodidad. Para equilibrar la cosa le pregunte lo mismo…

“Y tú te llamas?...”

Me respondió casi al instante, luego nos miramos y él agregó:

"Estamos a mano"

Y se desataron unas cuantas risas.

Conversamos del colegio, de los profesores, de la gente que probablemente ambos conocíamos de sus tiempos en la escolta y mis días en la banda.

Y cuando me di cuenta me había pasado la parada cerca de mi trabajo, él todavía tenía para rato en el bus, yo me despedí casi sin gracia.

A veces tengo la mala costumbre de pensar o creer que mi lenguaje corporal expresa mucho mis emociones, y no quiero que piense nada raro de mí.  

Baje tan deprisa del bus que no pude darle mi número cuando me lo pidió, como una mera formalidad. Ahora cuando ves a alguien después de años, intercambias números, es casi como un protocolo.

La mañana pasó lenta, mi amiga Mía, quería levantar mis ánimos, me dijo que tenía una propuesta para mí, así que almorzamos juntos en el restaurante de pastas a la espalda del estacionamiento.  

“Quiero enseñarte algo”, me dijo apenas me vio entrar al café.

Cuanto misterio, le insinué. Empezó a contarme sobre una amiga que solía trabajar con ella el año pasado, y que de la noche a la mañana, renuncio a un buen puesto y buen sueldo, para dedicarse a lo que siempre quiso, abrir su propia marca de ropa.

Mia me contaba entusiasmada que su negocio iba bien, la ropa es super moderna y de moda. Y que no hace muchos se la encontró y le comentaba que necesitaba una modelo y un fotógrafo para su publicidad.  Mia nunca había sido modelo pero no era la primera vez que se lo proponían. Cuando su amiga se lo propuso, acepto encantada, solo faltaba el fotógrafo.

Mia se quedó callada un rato y me quedo mirando fijamente. Yo la miraba con cara de preocupación, hasta que ella me contó que me propuso a mí como fotógrafo. Hace mucho tiempo que no hago fotos pero siempre estoy dispuesto cuando se trata de algo que despierte mi interés.

Según Mia, la sesión era para el próximo sábado. Romina, era la dueña de esta marca, sus fotos eran muy bonitas, a pesar de que abusaba mucho de los filtros. Mia estaba emocionada, nunca le habían propuesta ser modelo de un catálogo, estaba como loca buscando un look que ya había visto en el instagram de Romina.

Necesitaba esto, una distracción. Qué bueno que Mia me consiguió este trabajo. Asi me olvido de huevadas. Dice el dicho que “lo que es tuyo aunque te lo quiten”, pero no sé qué refrán podría clasificar el momento en que revisando las fotos de esta chica, encontramos una en que Mía detuvo su dedo y permanecimos quietos contemplando desde todos los ángulos para no equivocarnos. Mía lo había visto por las fotos que lo mostré, así que pudo reconocerlo tan rápido como yo.

Por su camisa se asomaba unos 2 cm de tatuaje, la barba era la misma, estaban de la mano, ella dándole un beso casi cerca de la boca y el estirando el brazo para tomar el selfie, su mirada a la cámara, sus ojos me dieron la certeza, y escuche dentro de mí el sonido que hace un espejo al romperse así suena la desilusión, se sintió como un hechizo que acabó como un despertador que suena incasable para interrumpir y despertar de un sueño…


Eran H y su novia. 

Gercar lo dijo 

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