Qué pasa cuando las ligas que sostienen las mejores mascaras ceden ante el peso de cada una de ellas. Que es, lo que las hacen tan pesadas. Quizás la vergüenza, la envidia, la impotencia, el desear lo que otros poseen o quizás la madre de todos los dramas, la hipocresía.
Mi último verano estaba lleno de mascaras bronceadas, expuestas a la insolación de las palabras que emiten los que frente a ellas se posan. Y cuando la espontaneidad se desata delante de estas caretas, sufren. Manipulan información para obtener todo el viento a favor, evitando que el barco naufrague, pero al final te hundes cuando utilizas esa data para manipular a gente que realmente deposito en ti la confianza que buscaban. Eso es de asnos.
Ilusos pierden mi tiempo y el de los demás tratando de convertir las pirámides de Egipto en cuadrados. Terminan enterrando la equis y poniendo el tesoro encima de la arena. No es algo que se hace por deporte son situaciones que resbalan de tus dedos, porque las mascaras están bien puestas. Otras respuestas serian las que ofreció Copérnico, gracias a su intelecto podemos usar sus teorías para entender que NADA gira alrededor nuestro, somos un todo y rotamos al sol, juntos. No podemos ser el ojo de la tormenta en los días soleados, no coleccionemos admiraciones para deleite personal. No somos el todo de alguien.
Muchos vocablos críticos abundan en nuestro órgano más inquieto estacionado en el interior de la boca. Y el freno de mano no funciona, de repente cuando menos lo notamos tenemos las papeletas de la conciencia en el parabrisas. Las mascaras siguen ahí expectante, esperando bajo el agua para atacar como el más despiadado mamífero dientudo. Ahí andan negando agua y buscando la sombra del cactus mientras todos hierven en el desierto. Obsequiando carnes a los desmolados y plantando molinos en el espacio.Pretendiendo ser de ayuda pero su careta es de doble o ninguna intención.
Y buscamos un bufón que haga amena la tarde, cruzamos los brazos cuando la paciencia se consume delante de nuestros labios fruncidos. Todos usan mascaras, todos tienen el desliz de ser alguien más al menos por un momento. Yo no dejo en evidencia a nadie, por ende no hago mención honorifica. Es un mal necesario para algunos, tácito para otros. Todos usamos mascaras, de todo tipo, blanca, verde, roja, negra como el mas oscuro azabache. para esconder todos los malos pensamientos. La hipocresía es la peor mascara de todas.
Insignificantes mis reproches, trascendental mi lección. Los reyes pobres fueron desde David al Faraón. Todos comen del mismo plato perro, gato y ratón; se suman a mi inventario todos los charlatanes por montón. No tienen que entender todo lo que escribo no tengo que regalarles mi juicio masticadito, pero si quieren un consejo rompan ligas dejando entrar el aire fresco.
Mi último verano estaba lleno de mascaras bronceadas, expuestas a la insolación de las palabras que emiten los que frente a ellas se posan. Y cuando la espontaneidad se desata delante de estas caretas, sufren. Manipulan información para obtener todo el viento a favor, evitando que el barco naufrague, pero al final te hundes cuando utilizas esa data para manipular a gente que realmente deposito en ti la confianza que buscaban. Eso es de asnos.
Ilusos pierden mi tiempo y el de los demás tratando de convertir las pirámides de Egipto en cuadrados. Terminan enterrando la equis y poniendo el tesoro encima de la arena. No es algo que se hace por deporte son situaciones que resbalan de tus dedos, porque las mascaras están bien puestas. Otras respuestas serian las que ofreció Copérnico, gracias a su intelecto podemos usar sus teorías para entender que NADA gira alrededor nuestro, somos un todo y rotamos al sol, juntos. No podemos ser el ojo de la tormenta en los días soleados, no coleccionemos admiraciones para deleite personal. No somos el todo de alguien.
Muchos vocablos críticos abundan en nuestro órgano más inquieto estacionado en el interior de la boca. Y el freno de mano no funciona, de repente cuando menos lo notamos tenemos las papeletas de la conciencia en el parabrisas. Las mascaras siguen ahí expectante, esperando bajo el agua para atacar como el más despiadado mamífero dientudo. Ahí andan negando agua y buscando la sombra del cactus mientras todos hierven en el desierto. Obsequiando carnes a los desmolados y plantando molinos en el espacio.Pretendiendo ser de ayuda pero su careta es de doble o ninguna intención.
Y buscamos un bufón que haga amena la tarde, cruzamos los brazos cuando la paciencia se consume delante de nuestros labios fruncidos. Todos usan mascaras, todos tienen el desliz de ser alguien más al menos por un momento. Yo no dejo en evidencia a nadie, por ende no hago mención honorifica. Es un mal necesario para algunos, tácito para otros. Todos usamos mascaras, de todo tipo, blanca, verde, roja, negra como el mas oscuro azabache. para esconder todos los malos pensamientos. La hipocresía es la peor mascara de todas.
Insignificantes mis reproches, trascendental mi lección. Los reyes pobres fueron desde David al Faraón. Todos comen del mismo plato perro, gato y ratón; se suman a mi inventario todos los charlatanes por montón. No tienen que entender todo lo que escribo no tengo que regalarles mi juicio masticadito, pero si quieren un consejo rompan ligas dejando entrar el aire fresco.
#G
Anoche, Gercar lo dijo
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