En el medio del café se hundía el azúcar muy lentamente acariciándose con la cafeína y la crema para concebir el aroma que penetraba mi sentido del olfato haciéndole un corto circuito al cable que me conectaba a la realidad. Un enjambre de métodos pica mi cabeza al mismo tiempo para olvidarme de las tablas y mandamientos. Mi imaginación en personaje heroico se transforma cuando de rescatar mi aventurera mente se trata.
Y que me dicen de los cómplices cuando quieren tenerte bajo redes cargadas de libertad en groseras cantidades. Yo me sumerjo y me ahogo si me da la gana al fin y al cabo me queda la vida entera para preocuparme por nimiedades y obligaciones. Me desvanezco con la luz solar y me reconstruyo con las primeros acordes de la noche sinfónica. Solo o en colectivo, mi deber siempre ha sido pisar donde nadie antes pisó, recorrer los labios que nunca nadie besó, tocar los cielos que nunca nadie voló y finalmente resolver misterios que Scooby olvidó. Suena como una reproducción constante pero es sensacional si a la rutina la agarras del pescuezo la estrangulas y ocultas su cadáver bajo tu rostro delator que mancha de independencia cada latido de tu órgano bombeador.
Hablando de desenfreno y mentes insanas, son esas dos causas las que pueden conducirte a fraudulentos camaradas que tocan tu puerta pero al abrirla se van corriendo como jugando toca timbre. Expertos en falsificar sonrisas, amos del buen floreo, cuya disciplina es que la mentira es toda una ciencia. Pretenden usarte como peldaños para llegar a donde ya estas y luego convertir tu confianza en un cartón mas para reciclar. Otros son mas espejos, y no porque encuentras similitudes en ellos, sino más bien porque rebotan la información que depositas en ellos, simplemente repiten todo lo que dices porque en realidad no están escuchándote. Y si a toda esa mezcla maloliente le sumamos los hipócritas, el menú simplemente sería totalmente inapetente para los comensales quizás ingenuos como yo.
Cuando salto, procuro no mirar abajo porque la adrenalina que se genera es riquísima, tan poderosa como diez o quince shots del trago más amargo, tomados de golpe casi instantáneamente. Es divertido jugar a ser tu dios en los momentos de no lucidez, cuando puedes cantar en voz alta y correr las calles más angostas y si te topas con un muro puedes traerlo abajo con el eco de tu “yo lo puedo todo”. Puedes elevar anclas de los muelles que te atan a lo correcto, reír en los lugares más serios y llorar pero siempre a solas, es mejor, no tienes que dar explicaciones porque simplemente no existen y si tienes que determinar una, seria porque tus parpados fueron derrotados por una represa sin mantenimiento.
Existir es todo un arte exclusivo para la porción humana que realmente llena de aire los pulmones más afónicos, que traza de colores el lienzo que tienen delante y puede extender los brazos repartiendo besos a domicilio. Es poner el índice y el dedo medio formando una cultura. Cada ente emergiendo auras positivas que se unen por el magnetismo y corrompen los jóvenes deseos de querer nadar en el cielo y volar en el agua.
Finalmente me rindo ante la evidencia, soy culpable por querer desatar los nudos en mi garganta, gritando un himno sin armonía pero con mucha consistencia. Me declaro inocente del odio y el rencor porque no me caen bien. Así que con su venia me retiro a mi paraíso terrenal que no es otro lugar que mi colchón donde puedo ser todo y nada al mismo tiempo en que las agujas de aquel reloj golpean una y otra vez aquellos números condenados a marcar la existencia de lo todo. Mi mejor destierro es que me manden a París y enamorarme del café, o al polo sur a nadar con los osos blancos y morir como DiCaprio. Y sin ir más lejos dejen que los mares me alberguen, pues al mar pertenezco y que la sal decida mi existencia, ¡Que regalo!
Y que me dicen de los cómplices cuando quieren tenerte bajo redes cargadas de libertad en groseras cantidades. Yo me sumerjo y me ahogo si me da la gana al fin y al cabo me queda la vida entera para preocuparme por nimiedades y obligaciones. Me desvanezco con la luz solar y me reconstruyo con las primeros acordes de la noche sinfónica. Solo o en colectivo, mi deber siempre ha sido pisar donde nadie antes pisó, recorrer los labios que nunca nadie besó, tocar los cielos que nunca nadie voló y finalmente resolver misterios que Scooby olvidó. Suena como una reproducción constante pero es sensacional si a la rutina la agarras del pescuezo la estrangulas y ocultas su cadáver bajo tu rostro delator que mancha de independencia cada latido de tu órgano bombeador.
Hablando de desenfreno y mentes insanas, son esas dos causas las que pueden conducirte a fraudulentos camaradas que tocan tu puerta pero al abrirla se van corriendo como jugando toca timbre. Expertos en falsificar sonrisas, amos del buen floreo, cuya disciplina es que la mentira es toda una ciencia. Pretenden usarte como peldaños para llegar a donde ya estas y luego convertir tu confianza en un cartón mas para reciclar. Otros son mas espejos, y no porque encuentras similitudes en ellos, sino más bien porque rebotan la información que depositas en ellos, simplemente repiten todo lo que dices porque en realidad no están escuchándote. Y si a toda esa mezcla maloliente le sumamos los hipócritas, el menú simplemente sería totalmente inapetente para los comensales quizás ingenuos como yo.
Cuando salto, procuro no mirar abajo porque la adrenalina que se genera es riquísima, tan poderosa como diez o quince shots del trago más amargo, tomados de golpe casi instantáneamente. Es divertido jugar a ser tu dios en los momentos de no lucidez, cuando puedes cantar en voz alta y correr las calles más angostas y si te topas con un muro puedes traerlo abajo con el eco de tu “yo lo puedo todo”. Puedes elevar anclas de los muelles que te atan a lo correcto, reír en los lugares más serios y llorar pero siempre a solas, es mejor, no tienes que dar explicaciones porque simplemente no existen y si tienes que determinar una, seria porque tus parpados fueron derrotados por una represa sin mantenimiento.
Existir es todo un arte exclusivo para la porción humana que realmente llena de aire los pulmones más afónicos, que traza de colores el lienzo que tienen delante y puede extender los brazos repartiendo besos a domicilio. Es poner el índice y el dedo medio formando una cultura. Cada ente emergiendo auras positivas que se unen por el magnetismo y corrompen los jóvenes deseos de querer nadar en el cielo y volar en el agua.
Finalmente me rindo ante la evidencia, soy culpable por querer desatar los nudos en mi garganta, gritando un himno sin armonía pero con mucha consistencia. Me declaro inocente del odio y el rencor porque no me caen bien. Así que con su venia me retiro a mi paraíso terrenal que no es otro lugar que mi colchón donde puedo ser todo y nada al mismo tiempo en que las agujas de aquel reloj golpean una y otra vez aquellos números condenados a marcar la existencia de lo todo. Mi mejor destierro es que me manden a París y enamorarme del café, o al polo sur a nadar con los osos blancos y morir como DiCaprio. Y sin ir más lejos dejen que los mares me alberguen, pues al mar pertenezco y que la sal decida mi existencia, ¡Que regalo!
#G
Anoche, Gercar lo dijo
No hay comentarios:
Publicar un comentario
GRACIAS POR COMENTAR