martes, 16 de noviembre de 2010

EL DON DE TOCAR

El roce de pieles ajenas conforma una química exquisita entre las partes involucradas, mas no en sus mentes. Suaves, tiernas, nos dotan de sensibilidad, nos regalan tacto, nos ofrecen la humedad del agua, el soplo del viento, el calor de las llamas y no precisamente de inflamable elemento. El comezón ameno que se calma con las uñas mal cortadas es otra de sus virtudes, no hay alergia que valga.
Todas las abejas caen rendidas, abandonan sus colmenas por tersas cascaras cubiertas de vellos tétricos que poblaban aquellos brazos desde la edad en que los juguetes abandonaron mi prioridad. Desde que broté de alguna cavidad, desde que hizo efecto la palmada profesional en el hospital y mi llanto rompió con dulzura oídos expectantes. Desde aquel diminuto instante regale mi textura a la luz humana.

Siempre celos siente la nieve, el chantillí recién batido a mano, o el merengue procesado; todos emulando su color, no hay osos polares o mármol frio que puedan si quiera contrastar la blancura de esa epidermis.
Ellas, las pecas, recorren a lo largo como en su casa; los lunares en mi pecho construyeron sus propiedades. Piel sobre piel hasta que se haga la miel.Puedo olerla, puedo lamerla, puedo contemplarla largos periodos como si cayera en un trance a causa de una moneda que se entretiene un vaivén. Pueden herirla, cortarla, quemarla pero como cenizas legendarias volverán más triunfantes. No hay cicatriz que marchite sus raíces su fruto. Y llora sudor cuando exhausta está, y roja cuando está enamorada.

Altamente peligrosas, esas fricciones siguen haciendo chispas, pero jamás fogatas. Es tan astuta la piel que sabe a quién regalar sus caricias. No hay mimos con suficiente maquillaje en la cara que alcance el gozo de poseerla. En las noches me alumbra para no sentir la ausencia de alguien al otro lado de la cama que mayormente para vacía y tendida. En complicidad con el cabello hacen de mi cabeza un depósito de sueños con bajas cuotas de interés.

Solo imaginen por un atómico instante, nuestra existencia vagabunda sin el contacto entre ellas; nuestros nervios harían erupción sin lava, nuestro salvaje ser daría lugar a una nueva generación de humanos sin la oportunidad de sentirse unos con otros. Sin dejar huella donde descansen los dedos, sin masajes que dibujen a las espaldas mas estresadas un poco de sumisión tersa; yo simplemente presentaría mi carta de renuncia al divino creador.

Como alguien una vez dijo, que me quiten todo menos la piel. Ella siempre simpatizara con los demás colores de la paleta cromática, declarando paz a la escala de grises y haciendo pactos con los mates y sepias. Una vez más una oda a mi armadura genética, que mas que cubrir mis huesos, me obsequia el exquisito don de tocar. 


#G
Anoche, Gercar lo dijo

Fotografía: Gercar PhotograG https://www.facebook.com/gercarphotograg?ref=hl

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