jueves, 30 de junio de 2011

PADRE, HE PECADO


Oh padre he pecado, he vuelto a morder el carnal anzuelo de mis tentaciones. Bese a dos o tres labios de diferentes destinos en una sola noche, en una misma cama. Todas las penitencias siguen esperando en el fondo del bolsillo con agujeros. Mis piernas se niegan a arrodillarse. El agua me hiere. El eco me acosa. Las imágenes me señalan y los perros todos me ladran. La atmosfera se esfuerza para quitarme el aire.

Mi cama sigue destendida. Mi ropa haciendo montañas en mi habitación. Mis vidrios están llenos de polvo callejero y todas mis medias siguen sin lavar al igual que los platos después de la cena.  Mi carne esta sucia. Mi espejo renunció. Estoy en el colapso de buenas intenciones que ya me sacaron la vuelta. Sigo amaneciendo a las 12 del mediodía y aun así tengo más sueño.

Oh padre he pecado. He renegado de mi génesis, de mi apocalipsis aun distante. He tratado de buscar un éxodo de esta situación pero aun no encuentro el Moisés perfecto para que me enseñe algún mandamiento nuevo quizás el doceavo que no se encuentre en los libros. 

Oh padre, sigo diseñando planos complejos  pero nunca coloco el primer ladrillo para reconstruir mis escombros del sábado por la noche, todos los domingos en la mañana.

Tengo veintidós años y tontamente pensé que ya lo había vivido todo, pensé que desde los veinte había empezado a girar el disco a mil revoluciones, y que ya acabo. Me equivoque. Aun me faltan nuevos continentes que descubrir en mi mundo de una sola isla, que en tamaño se limita a un trozo de tierra donde solo entro de pie, sin ninguna otra dirección que la nada misma. He pecado por pensar que eso era todo.

Oh padre, he pecado por depositar mis sueños en una cuenta de horros, endeudándome de imposibles. Ya no cometo errores, ahora los esquivo, no se a que dedicarme. Ya no tengo nada que cambiar.

Oh padre, a veces quisiera visitar tu tumba, pero esta a kilómetros de mi pereza. Dejarte las cartas del colegio que  hacía en tu honor cada tercer domingo del sexto mes. Llenar de mármol los costados inertes y rociar de llanto como lluvia para las flores muertas. Correr por el laberinto de bloques secos y blancos que solo consiguen volverme diminuto ante tanta desolación que deja la visita a aquel paradero. Y recitarte los epitafios perfectos que quedaron en mi boca que callo. Y todo lo bueno que hiciste quedo de herencia para cualquiera menos para mí.

Oh padre he pecado pero no quiero disculparme, porque lo volveré a hacer inconscientemente o con toda la razón. Pero si oso a mentirte sin sangre en la cara, entonces seré un hombre totalmente hueco. 

Pues padre no hay dios en mi cielo, ni diablo en el subsuelo, no hay nada más que la fe en mi camino, y tu nombre en mis pensamiento. Solo tú me trajiste a donde estoy ahora, y toda la suerte que tenido ha sido por tu mano que toca mi tacto y lo hace afortunado. 

Eres tácitamente presente, no necesito verte. Solo creer que me escuchas cuando hablo. Oh padre no estás aquí hace 21 años. Estoy aquí hace 22. Si me enseñas donde encontrar el botón reset, lo reiniciaría todo, y si mis vivencias se pierden, sé que sabes como volverme a la luz, una luz que no esa divinidad de la que todos hablan, sin embargo corre dentro de mi a la velocidad de tí. 

#G
Anoche, Gercar lo dijo

Fotografía: Gercar PhotograG https://www.facebook.com/gercarphotograg?ref=hl


lunes, 27 de junio de 2011

MIS DÍAS AZULADOS

A veces se contemplaba desde fuera de sí mismo como viendo todo desde el techo pero en realidad  estaba sentado en el gran sofá donde cabían dos, sin embargo solo era él. Se miraba los brazos y los encontraba vacíos, preparaba las palomitas de maíz con pizcas nobles de sal mientras el televisor le regalaba una imagen blur en blanco y negro.  Si compraba helado, no había a quien invitarle la otra cuchara.  No había besos, no había risas que se mezclen en el aire haciendo de la tarde el fondo de escena de un domingo.

Cuando esos días de lluvia acida llegan no me queda más que su refugio en el lado oscuro. Porque solamente ahí  suele olvidarse del “buen chico” que fue y odiar todo lo que orbitaba a su alrededor. Desde los exámenes de la universidad que aplastaban su cerebro como una plastilina en la manos de mocosos que aprende a leer con tartamudeos, hasta las personas en que confío y le clavaron con puñales donde no  les basto la espalda sino que siguieron hasta dejarlo descuartizado, y aquellos que lo quieren siempre sufren las consecuencias de lo que eso implica.

Con paciencia que no recae sacaba una a una las canas de las patillas,  aquellas que no alcazaba a ver las teñía. Las pestañas se maltrataban en el manoseo de la mano que solo trataba de aclarar la vista. Sus dedos se rascaban con la piel dejando rastros de mugre en las uñas. El sudor no vacilaba en bañar su piel dentro de la sauna osero mientras las gotas hacían vapor cayendo en el suelo caliente.

Su corazón se había descompuesto, ya no sabía latir sin  necesidad de querer. Era necesaria aplicarle una llave de lucha libre para que deje de saltar cada vez que recordaba el gran amore que nunca concretó. Que siempre pensó compartir con el aire mientras jugaban a arrojar piedras al mar. Ahí donde nadie los buscaba, donde nadie interrumpía la soledad de ambos.  Se sentían ambos una cometa que se alejaba del mundo con el hilo inagotable mientras se hospedaban entre las nubes para que casi regalen lluvia.

En las décadas pasadas pretendió  enfriar todo aquello que le producía afecto. Prometió un nunca jamás. Y si nadie lo perseguía a él, podría superarlo ocupando su vida en el trabajo.  Dejo los poemas con olor a menta por las camisas de cuello mao. Ahorco su ternura con las corbatas y ató todas las agujetas de sus palabras llenas de un positivismo que nunca recaía.

En las tardes se despedía del día mientras quitaba el polvo a sus anteojos. Lustraba sus botas para que al día siguiente pudieran ensuciarse nuevamente. Alimentaba al perro, al pez dorado y al loro. Y nadie lo movía de la silla junto a la mampara. Llenaba la tina luego hasta el tope, y el agua se desbordaba cuando se sumergía en ella, hundía su cuerpo níveo con pecas en las espalda y meditaba bajo el agua, probándose a si mismo que después de dos minutos aun siente ganas de vivir y eso lo pone contento, y saca la nariz a la superficie seguida de una sonrisa.

La tetera cantaba el té, y la escoba hacia su baile con sus manos, mientras el reloj le regalaba las 6. Se sacaba la gorra por insistencia de la comezón en la calva. Y las cejas las movía solo para ejercitarlas.  El pañuelo aguardaba en el bolsillo, para otra sesión de depresión. Pero a veces esperaba eternamente, no podía permitirse llenar de agua sus mejillas cuando estas olían a aloe. 

Prefería el olor del maiz pegado en la olla, y la película de las 8 en el gran sofá. Donde entran dos pero solo había uno.  A veces cuando acababa la película se  quedaba con el final. Buscando una historia más allá, pensando que remotamente en un universo paralelo, su vida es un largometraje. O simplemente otras veces sin saber que decir, se quedaba quieto y su cabeza sonaba como un teléfono descolgado.

De eso se alimenta nuestra mano, cuando no tiene donde enlazar los dedos. De la nostalgia. De la soledad. De la escases. De la frialdad. No quedaba nada en esa habitación cuando decidía quedarse en estado de coma, mirando el espejo que le regalaba todo lo que era. Y daba señales de vida cuando fruncía el ceño en señal de inconformidad.

Y desde la esquina de la calle sentada en el farol con vista a la ventana abierta, sentado aguardaba su ángel negro. Temiendo dar un paso en falso. Dudando si ir por el o dejarlo ver el espejo aun más tiempo, quizás segundos, quizás años. Un beso paso por los ojos del hombre, y detuvo a la lagrima que estaba a punto de suicidarse desde el parpado. Memorias de la mente que juega con nuestros ánimos, pensaba.

El aire acondicionado se escuchaba con mayor claridad, y los pasos del gato esos que nunca en tu vida escuchaste, también. Que silencio más exquisito, digno de disfrutar. Seguía derramándose  los recuerdos de sus pies dejando rastros en la arena salada y él detrás persiguiendo a la manada de huellas que hacían su aire escaso mientras corría sin obligación detrás de ella.

En sus viajes mentales sin necesidad de equipaje, era el hombre más contento. Esa cara era solo un sinónimo de la dicha plena que se consigue solo en el paraíso. De a pocos todas las razones lógicas para vivir se acomodaban en su mesa de noche dándole la bienvenida al sueño y un valido amanecer. Sus días azulados eran las más profundas grietas que llevaban a una subida de magnitudes imposibles. Se sentía azul, y azules eran sus ojos cuando la recordaba, marrones cuando la quería, verdes cuando la gozaba y negros cuando la vio partir. Como se detiene esa hemorragia de impotencia. Su rabia hacia cortes en sus manos de tanto oprimir los puños. Pero los días siempre serán grises porque gris están sus ojos que solo sabían mirar azul. 

#G
Anoche, Gercar lo dijo

Fotografía: Gercar PhotograG https://www.facebook.com/gercarphotograg?ref=hl


sábado, 18 de junio de 2011

CARTAS A JACOBO

Esta es una historia real, le sucedió al amigo de un amigo. Muchos escépticos no paran de preguntarme, ¿Crees en los fantasmas? Yo siempre le respondo con lo mismo. NO.  Mi columna vertebral siempre está dispuesta a bridarme sus fuerzas para salir huyendo si es necesario de tanto mito y preguntas tontas. Pero no importa a donde corras, siempre te seguirán este conjunto en masa de ideas. Esta historia no trata de apariciones ni maldiciones ni fantasmas, ni  duendes ni mucho menos de encuentros del cuarto tipo.  Es mucho más escalofriante, porque puede sucederte  mientras estas  leyendo esto. Mientras te conectas al mundo virtual, mientras te desconectas del real; si hay consecuencias.

Su vida transcurría entre listas de las fiestas más it, y su calendario siempre con un superávit de invitaciones, su estilo el más imitado, su cumpleaños el más esperado, en la universidad podía generar una revolución social con un diminuto chasquido de sus dedos. No tenía mucho tiempo para dormir los fines de semana. Jacobo no sabía decir no a una invitación a la calle, y si lo hacía sudaba la más fría gota de sudor que resbalaba hasta sus manos dejándolo con la perilla a medio abrir, y la puerta esperando. Pero era una alergia pasajera, el quedarse los sábados enclaustrado en su dormitorio. Un merecido break a sus dancing shoes. Hubo un fin de semana, que decidió simplemente permanecer en pijamas las 24 horas, y frente a frente con la computadora. Avanzando trabajos o cosechando proyectos. Leyendo mails, respondiendo otros, eliminando algunos. Hasta que sonó la bulla del mensaje instantáneo.

- Hola

- Hola – dijo Jacobo 


Qué tal? 

- Quien eres?- escribió nuevamente J.

- Lo que tú quieres que sea.

- … - J dejó de escribir y cerró la ventana.

Sonó el timbrazo sorpresivo del teléfono, esos que te espantan cuando estás en medio de algo. Jacobo de levanto con la pereza mas agóbiate  y  la llamada lo entretuvo lo largo de unos quince minutos. Kate tenía el don de envolverlo en una conversación que estalla sin consecuencias, logra su atención y se apodera de ella con sus historias del trabajo, asuntos del ex novio y otros issues , su  tradición es hablar en ingles porque les divierte saber que la empleada no entiende nada y siempre se queda escuchando desde la esquina más remota de la cocina con cara de ratón  buscando queso.

Colgó la llamada luego de quince minutos. Con una cara de tonto alegre única, hablar con ella le dejaba ese efecto. Pero pronto mutaría su versión de cara a una más dark. Sonó el computador en un inquietante maratón de soniditos parpadeantes con luces naranjas en el mensaje instantáneo…

- Ja ja ja, que pasa Jacobo, quedarte en silencios no es exactamente lo que tu eres. Porque no me contestas.

 J había olvidado que esta persona equis estaba tratando de matar su paciencia.

- Quien eres? – volvió a preguntar Jacobo golpeando las teclas.

- Ya te dije

- No, no me dijiste, si eres alguien de la Universidad mejor no me interrumpas estoy en medio de algo serio.

- Ah claro en medio de tu trabajo de economía, me imagino que ya estudiaste para el examen de mañana.

- …. – Jacobo pensó y respondio entre su astucia- ¡Ya sé quién eres!, eres Glen? Habla, que tal man? Te haces el graciosito.


- Glen?

- Obvio

- Glen? Ja ja ja no.

- Mmm jhonnY?

- NO, NO ME CONOCES.

- Entonces que  eres?

- Soy nadie, soy algo que no sabes. Soy algo que pronto conocerás, pero por ahora tengo que irme. Mañana te espero a la misma hora, por favor necesito que consigas un muñeco cualquiera con una cinta negra o roja. Ok, no lo olvides. Chau.

Desapareció de la faz de la computadora. Las manos de J quedaron levitando encima del teclado a punto de responderle, pero se quedaron ahí, quietas. Jacobo se  saco del trance con la voz de su madre casi ronca por abuso del helado por las noches, diciéndole que era hora de ir a dormir. Y pues estaba tan cansado aquel día que cerrar los ojos era tarea fácil, y babear la cama es lo más rico que hay luego de un día entero de clases. Así que rápidamente paso de estar despierto a estar caminando por el tejado sonámbulo como pocas veces. Olvidándose por completo de  la computadora.

Al día siguiente, en la mañana llenó su mochila de cuadernos y lápices. En la tarde regresaba de la universidad, y en la noche, estaba nuevamente frente al nuevo fenómeno del siglo XXI que amenazaba con una vida virtual. Y empezó el sonidito parpadeante acompañado de la lucecita naranja del mensajero instantáneo…

- Estuviste varado en la universidad o me parecía que buscabas a alguien, o quizás pregutnando por alguien…

- Qué?- respondió Jacobo.

- Tienes razón, que mala educación  no haberte saludado primero, Buenas noches Jacobo.


- Quien eres? Dime ahora o te callo para siempre con una equis gigante en tu nombre de contacto – molesto dijo Jacobo con el mouse a punto de eliminar un contacto.

- Jajaja, ya te dije soy Nadie, soy solo alguien, Tienes el muñeco con las cintas?

- Estas chiflado o chiflada, mejor te vas lentamente y con cuidado a la mierda.

- No, no cierres!. Está bien te diré quien soy, pero no ahora, se paciente. Mañana a ver déjame ver, mañana tienes libre a las 11.20 am a esa hora puedes conectarte?

La cara de Jacobo era un signo de interrogación de magnitudes superiores. Quién diablos era esta persona, porque ese interés repentino de malgastar su tiempo persiguiendo a alguien, era esos stalkers que buscan quizás alguien a quien atormentar.

- Como es que sabes mis horarios?  Estas en mi clase?- Jacobo preguntaba.

- No, yo no voy a tu universidad, todo lo que sé, lo sé, porque lo sé.


- Ok…

- Tranquilo Jacobo, tu cumpleaños es la siguiente semana no falta mucho para que sepas quien soy, solo espera.  Dime aun piensas celebrarlo en ese club…. No me gusta el nombre pero en fin son tus gustos…

- QUE HABLAS?  Como es que tu sabes donde y cuando? Quien MIERDA eres?!- Jacobo estaba a punto del colapso.

- JAJAJA, SOY UN MISTERIO. NOS VEMOS EL DIA DE TU CUMPLEAÑOS. ME TENGO QUE IR

Evidentemente  Jacobo elimino la  dirección con la ayuda de la equis. Dicen a menudo que "no hables con extraños", pero esto es ridículo, era un perfecto desconocido que sabia muchas cosas de él. O quizás un amigo /amiga que se divertía haciéndole victima de sus ratos de ocio. Como si no supiéramos que Jacobo es el ultimo vaso con agua en el desierto, todos se mueren por él. Quizás una fan enamorada, quizás un mal pata que solamente ardía en celos. Peor aun, un asesino en serie que recluta jovenes guapos y populares de las escuelas o universidades, que buscaba secuestrarlo en el día de su fiesta. O.M.G. En fin.

Derrotado por el sueño, fue a desarmarse en su cama para amanecer roncando. Pero lo interrumpió la curiosidad. Quien era esa persona que no hacía más que quitarle el tiempo y lo mantenía en la cuerda floja del misterio. A veces se imaginaba que era una linda chica, esas malcriadas que solo no ponen fotos, pero te conversan hasta que logran asfixiarte con sus insinuaciones, y te duermen con su esmalte de uñas llenas de cloroformo. O quizás era una ex, que solo quería buscar remover cosas empolvadas que ya no tiene solución, pero aun así molestar. Y honestamente Jacobo pensó que si tal vez fuera su ex novia, podría a ver seguido el juego un poco más, y mientras trataba de dormir, pensaba en lo que ella le hubiera escrito. “Seria dañino y riesgoso que tus avezados labios besen los míos en una fusión de nuestros cuerpos en horizontal. Y despertar fumando unos cigarros mirando por la gran ventana que parece un muro de vidrio, para digerir nuestros revueltos espíritus”, es la única manera que ella podía decir algo, recitándolo.  Pero imposible que fuera ella.  Finalmente logro dormir.


Uno a uno se colaban sin invitación los rayitos inofensivos de sol por las cortinas mal cerradas, y la ventana sonó como un parlante con cantos de pajaritos mañaneros, era un día como pocos,  el buen humor le dio la bienvenida con el pie derecho al levantarse; Jacobo salto a la ducha y luego se vistió  para ir al tradicional desayuno con su madre en el San Antonio como todos los años, solo que estaba vez él cumplía 18. El brunch se vislumbraba agradable para él. Pero antes de salir, por fea costumbre reviso su correo electrónico, y ahí como una señal  amarilla de PELIGRO "no entre"; ahí vio un nuevo mail, que dudo en abrirlo. Había pasado una semana desde la última vez que su vena en el cuello estaba punto de explotar por la rabia que le provoca que le hagan perder su tiempo, así que ignoro el mensaje, lo elimino, apagó el computador y salió del brazo de su madre. En la papelera de reciclaje yacía la profecía, era otra vez el Sr. Misterio…

“Hola JACOBO acabo de entrar hace un momento pero... veo que no estás en línea (aun ahora tampoco estas conectado) solo quería decirte que ya sé dónde vas a celebrar tu cumpleaños, y mañana voy a estar ahí. ¿Irán todos los de tu universidad? ¿Colegio? ¿Otros amigos?, espero que así sea por que... me gustaría encontrar a mucha gente pero no especialmente a los desconocidos... sino... a tus amigos, tus parientes, etc...
Hoy vas a saber muchas cosas pero... ¿te gustaran los viajes largos?
(Digo largos por que... cortos no puedo), ¿te asustaras al verme?, no... La pregunta indicada aquí es... ¿se asustaran al verme? Ja ja ja bueno... me gusta dar miedo pero... mañana... tratare de pasar desapercibido en un principio, luego... ya se vera... créeme.”

PD: recuerdas ese muñeco que en algún momento te pedí?, es necesario que lo lleves mañana, ya sin esa cinta... no te preocupes por eso... ya tengo. Adiós.
PDD: sé dónde vas a celebrar tu fiesta, pero... ¿en qué parte de esa discoteca irán a estar? mmm no importa... de todos modos... también me enterare de eso.
PDDD: Feliz ultimo cumpleaños.


#G
Anoche, Gercar lo dijo

Fotografía: Gercar PhotograG https://www.facebook.com/gercarphotograg?ref=hl


lunes, 6 de junio de 2011

EL CLUB DE LOS CORAZONES SOLITARIOS



Sabes cómo suena la piedra cuando es golpeada con el cincel y martillo? Bien. Ahora imagina que no solo escuchas ese sonido sino también que lo sientes en tu pecho  y que taladra hasta  llegar a la arteria que llena de animo a las mariposas en el estomago, que le da poder a tu dedo para grabar tu nombre y el otro en la arena húmeda, que ocasiona el cosquilleo en tus músculos bocales que te traicionan con una picara sonrisa cuando se trata de tiempos de 14 de febrero.  De tanto dolor se acostumbra la herida no quedándole  más remedio que cicatrizarse; y esa marca es la que nunca más se ira.  Pocos lo han visto aunque todos hablan de él, será un fantasma a mi parecer.  No importa cuánto se escriba al respecto, o cuantas cartas invadan los pozos mágicos y paredes asesoras, cada vez que el nudo se instala en la garganta, la única forma es desatarlo con una intensa charla llena de baches que cuestan esquivar. Y yo prefiero desatarme.

 En menos de lo que cae un rayo salí disparado a la calle en busca de analgésicos que se encuentran en el kiosco de la esquina enrollados en papelito,  para poner mi crisis a tierra firme. Luego de bajar los nervios del cielo, ingrese  a aquel ambiente, para quedar rodeado nuevamente de conversaciones plagadas de miseria. El club de los corazones solitarios cada vez con tasas de crecimiento con altos intereses. Y yo solo podía sentarme de incognito, mi boca se negaba a soltar un solo monosílabo, son los pasajes de mi vida en que no me gusta narrar y me convierto en el good listener. Se llena mi cara del color más obvio, y es imposible soltar todas mis palabras, pues es como quemarme la lengua con el acido de la decepción.

Cuantas veces he pasado por esta ronda? Parece un carrusel q se niega a curarme las nauseas del desamor. Una vez más respiraba relatos dignos de un epitafio melodramático, de los tiempos de la celestina. Y aunque parecía ficción todos vivían la realidad más amarga. Sentados entre lentes oscuros, pañuelos en manos, frascos sin prescripción médica y uno que otro sorbo de whisky.  Yo me retorcía junto a mis nervios que no sabían qué hacer para sabotear mi respiración que se hacía más fuerte, que se podía escuchar hasta el otro lado de la habitación. Mientras escuchaba…

Cualquier lugar es el lugar correcto. Un bus, una estación, un disco, una calle o dos…

Jalar el gatillo parece  fácil, pero me has hecho una maquina programada para quererte…

No subas más en mi escala que puedo arder en fiebre…

Me traes flores a mi? O a la lapida en mi pecho cuando murió lo que sentí  y ahora me siento desecho…

Interminables testimonios donde todos empiezan diciendo su nombre, edad y porque están ahí, todos subidos de tono corta vena.  Yo de afuera hacia a dentro me practicaba, en el caso que decidiera hablar.


“El péndulo de balancearse se deteriora y las piedras entre ellas se destrozan. Un niño que nace solo, abandonado, se acostumbra a ser huérfano y no habrá nadie que pueda reprocharle algo. Una flama a falta de aire se apaga. Y mi coraza que solía llamarse corazón está bajo cero, difícil de volver a ser rojo carmesí nuevamente. Ahí está bien helado sin ganas de ser un derrochador de emociones. Ahora es un pagano o un avaro que se guarda todo para la eternidad y jamás la usara otra vez. A menos q alguien atraviese el espejo y lo ensamble nuevamente de sus quinientos pedacitos, lo dudo.”

“En estos momentos estoy de luto. Di de baja a mis latidos. Porque los corazones solitarios ahora son corazones fríos.”

Seguía sentado escuchando historias para dormir como cuentos para conmover al más hierro.


“Mi pecho se volvió a prueba de balas. Ahora ninguna toca ni hiere nada ahí adentro. Si escarbó en la tierra es porque enterré mis raíces para volver a florecer con pétalos fuertes y hermosos. No quiero ningún picaflor haciendo hoyos dejándome hecho un colador”.

“El veredicto podría ser fácil, pero antes los dos lados de mi cerebro necesitan un meeting. Porque uno  cuestiona al otro. Entre el amor y el adiós, a mi no me gusta estar en el medio… No me costó nada subir, pero bajar de mis nubes es una tarea complicada a menos que colapsen sobre mí no podre mutar en lluvia”.

En un momento todo se escuchaba como la nada, empecé a perderme en mis ojos que se concentraban en una moneda en el piso, pero lo que miraba era mis páginas de vida con tinta amarga. Las voces y llantos eran ilegibles, porque ya no estaba ahí, estaba en una montaña a millones de metros sobre el nivel del mar, y mi cabeza era una bomba con reloj. Seguía sonando mis palabras en mi cavidad mental.

“Como conviertes en azul el planeta rojo. Como puedes evitar que tus manos roben del jardín un girasol solo para descuartizarlo lentamente en honor a un suspiro que te quita el aliento tan rápido como un bostezo.  Si se trata de demostrar que la luna nuca ha sido pisada, puedo subirme a ella y comprobar que no hay huellas.  Es imposible disimular mi respiración porque el aire proviene  de la esperanza del algún día…”

Lo mas gracioso de un corazón que se ha vuelto frio, es que cuando solía ser cálido, era porque tenía una gula insaciable por obsesiones que llenaban su cabeza de pensamientos lindos pero huecos, que carecían de pies y cabeza. Era evidente que la insania hacia acto de presencia en medio de un  monologo.  No les parece lógico, que cuando un cándido atardecer se convierte en la oscuridad mas lúgubre, nunca más volverá a verse anaranjado con destellos amarillezco y rojizos tiernos que mueren en carmesí. Cuando te enamoras cada cinco segundos de alguien diferente es uno de los síntomas que te lleva a esta terapia.  Seguí en mi trance, y todas las voces del grupo seguían mezclándose en un menjunje de ingredientes deprimidos, donde no entendía nada.

“Se rompen, se destruyen, explotan, se desgarran, se hacen vacios, se vuelve de piedra, se convierten en hierro o de madera. Todo porque siempre estaban dispuestos a dar mucho más de los que remotamente podían recibir. Todos ellos ya no laten de la misma forma. Eran capaces de hacer lucecitas chiquititas en medio de las pupilas más tristes y convertirlas en felicidad sin fronteras.  Pero la pandemia de la soledad infecto de manera masiva todos los confines del mundo y solo los débiles de noble e inocente sentimientos  no son inmunes a las consecuencias y terminan en una alta pila de cuerpos que cedieron a la fatalidad.

Me detuve. Todos lo hicieron. La sesión había acabado. El club debía cerrar. Pero yo me quede, no conocía a nadie, nadie me conocía, sus historias  eran sinónimos de las mías, o en el peor de los casos analogías decadentes. Para mí el club sigue abierto, con franquicias en el altiplano, polo norte, Antártida, países nórdicos, Siberia, estrecho de Bering y todos recovecos glaciales del globo terráqueo que siguen demandado más sucursal. Las zonas más extremas son el lugar ideal para terminar de vaciar todos los litros de sangre que hacen posible la capacidad de exponer cariño hacia alguien.  

Siguen interminables filas de humanos hechos trizas, haciendo de su nombre una membrecía en este selecto club de solitarios, pero que llegan con el fin de hacer un shopping infalible donde las ofertas  se encuentran en los escudos y camisas anti balas, para que  nadie perfore el pecho ajeno y enamoradizo.  Evidentemente todo es metafórico. Yo estuve ahí un buen rato, solo hacia cameos para poder distraerme de la ciudad que parece un largometraje que cuando acaba vuelve a repetirse como un disco que pasa por la garra de un gato.  Y ahí me sentaba detrás de los más anchos para no ser detectado a lo que Edward Norton en The fight Club.

De la misma manera el foco se ilumino dentro de la nubecita que emerge de mi cabeza, así de brillante se me ocurrió desatarme de mis nudos y decirle adiós a mis tornillos. Mi catarsis ideal era esa. Nunca me han gustado los sicólogos, porque es fácil mentirles y hacerles creer lo que te la regalada gana. Por eso mi propia medicina es la mejor. El club de los corazones rotos no es más que otra de mis tantas  noches de insomnio en las que deambulo por la ventana tentado mi equilibrio en los tejados y viajando por el aire con ayuda de los estupefacientes más fieles, mis desilusiones.  Touché. 

#G
Anoche, Gercar lo dijo

Fotografía: Gercar PhotograG https://www.facebook.com/gercarphotograg?ref=hl