sábado, 4 de junio de 2016

COMO DOS DESCONOCIDOS QUE NO SE SALUDAN


Anoche te vi, y voltee mi cara hacia el otro lado, hice como el que no vio nada, y así, fingí que no estabas ahí durante el tiempo que coincidimos en el mismo lugar. Disimular y hacerme el de la vista gorda, fue muy incómodo, pero no fui el único, tú tampoco querías acercarte.  Que graciosa escena, jugando a que nunca nos hemos visto en la vida, como si fuéramos dos extraños que no quieren conocerse, bueno creo que es un poco tarde para jugar a eso.

Tú quieres el mismo juego de la última vez, “ser amigos”, ya hemos tenido esta conversación (cuando nos conocíamos, extraño). Ya sé que donde yo veo grises tu solo ves blanco o negro. Bueno eso fue hasta ayer que nos vimos y actuamos como extraños.

Gracias a ese encuentro incomodo, siento que he estado encerrado en un sótano, como víctima de secuestro, sin poder ver la luz del sol  o algo así, ¿Sabes por qué? Porque recién puedo ver que tan mala idea era tener algo.   

Ahora, siento como el despertar de un coma, y que solo fue un mal sueño. Ya puedo ver las letras pequeñas en el contrato de nuestra relación. Estaba ilusionado, y cuando eso sucede poco a poco la pupila pierde sensibilidad y todo comienza a ser un gran blur.

Cuando abres lo ojos, cierras tu corazón. Y probablemente abras las piernas para olvidar y dejarte llevar. Ya entendí que estaba perdiendo mi tiempo, haciéndote perder el tuyo.  Lo lamento, ojala lo hubiera tomado por el lado amable.

Pero no te preocupes, ya no tendrás noticias mías (a menos que me des un unfollow). Desde anoche, he abierto los ojos. Ya perdió efecto esa droga. La indiferencia de anoche me hizo dar cuenta que aparentemente cada uno está mejor solo.  

Ya nadie te molestara con tonterías y engreimientos. Eso querías, una dieta libre de azúcar y yo soy la cosa más dulce.

Ahora no nos saludamos, y antes bien que nos abrazábamos. Hoy ya no hablamos, y antes tampoco, teníamos nuestras bocas ocupadas. Minutos largos de besos bien dados. Ahora no queremos ni vernos ni cruzar miradas, antes íbamos al cine y nos mirábamos con chispas en los ojos y compartíamos la canchita. Antes salíamos a divertirnos y pasar un buen rato, ahora somos dos desconocidos y nos evitamos pasar un mal rato. Que ironía.  

Si funciona tan bien esto de ser extraños, que se quede así un buen tiempo. Yo respeto las decisiones ajenas, y esta vez comparto la tuya.  Estoy de acuerdo que seamos dos desconocidos y no voy a hacer nada para volvernos a conocer.









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