sábado, 26 de noviembre de 2011

LA PRIMERA VEZ ES LA ULTIMA



Qué pasa cuando se te acaban las primeras veces. Cuando todo se vuelve “más de lo mismo”. Arruinas todo lo mágico del final feliz con el comienzo de la realidad.  El vivieron “felices para siempre” se rompe en mil pedazos como el espejo más lujoso y te condena a años de años no de mala suerte, sino de realidad amplificada.  El punto final viene con la moraleja en letras pequeñas. Por cada capítulo que se cierra se abre uno nuevo, siempre.  Todo continua y no se detiene porque te da la gana.

¿Se acuerdan de sus primeras veces?

Están los primeros besos. Algunos inocentes, negros, sin intención, sexys, estimulantes, dulces, con sabor a guayaba o solo papaya. No solo se comparte un cariño, se transmite un estado de ánimo. Por otro lado esta los besos de amantes. Son tan necesarios que activan los BPM (beats per minute)  a gran escala. Están dispuestos a chantajear la decencia con la condición de dejar a la prohibición jugar en campo blando. Pero entre nos, les confieso que no recuerdo mi primer beso. No recuerdo con quien, no recuerdo donde, no recuerdo si quería besar o no, no recuerdo si fue rico, lindo, sabroso, feo, ordinario, fugaz, falaz, terco o reprimido. Recuerdo los besos posteriores, a partir del veinteavo o veinticincoavo. No hay día en que a modo terapia sicoanalítica, me sumerjo en mi mente opaca, pero no hallaba la escena. Se quedo ahí inundada entre mis desastres cerebrales. Espero haya sido bueno.

Sin embargo seguí buscando otras primeras veces y se convirtió en la obsesión de una mente sin recuerdos, me encontré desesperado tratando de encontrar respuestas… ¿Dónde quedó mi primer beso? ¿Dónde quedó mi primer abrazo? ¿El primer polvo de diamantes que brilla los ojos hasta los dioses? No recuerdo ni una de las tres. El primer beso lo olvide, el primer abrazo, imposible de deducir, pero uno espera recordar su primera vez, porque es LA PRIMERA vez. Me avergüenza admitir que no recuerdo cuando fue. Nuevamente cerré los ojos, me adormecí, e intente recordar...pi pi pi pi ... Cero.

Hay otras primeras veces. Para mí no hay muchas, me falta capacidad de almacenaje, mi cabeza tiene un disco duro tipo disquete, y con antivirus inservible. Mis gigabytes son números de una cifra, y siempre se me descompone la PC con la resaca,  remojo el microchip con la bebida, y quedó en blanco como casete que le graban encima.

Sin embargo, recuerdo la primera vez que vi a un muerto. Era mi tío, en su ataúd, tenía 4 años, pero lo recuerdo en medio de la sala entre cuatro velas gigantes que jamás se derriten. Y muchas flores alrededor como un jardín lúgubre, el cajón era plateado y tenía esos ornamentos en metal. No había nadie, solo yo escondido desde la entrada y el muerto. Quería acercarme pero me daba miedo. Tenía miedo a que se enojaran conmigo por no obedecer. Me dijeron que no entrara a la sala y fue lo primero que hice cuando me dejaron solo.

Y la primera vez que fui a la escuela también la recuerdo porque me la contaron, casi le destrozo a rasguños la falda a mi madre. Dice que llore hasta toser, gritaba hasta despertar a un grillo. Al final ante tanta ternura me regreso a casa y me cambio de colegio para que yo estuviera más cerca. Me contaron eso, me lo contaron, por eso lo recuerdo, pero mi Primera vez nadie me la ha contado. 

La primera vez que gane un concurso,esa si me la sé. El premio de 500 dolares por escribir una historia que tenía sentido porque era manco de ganas pero use mi corazón, y escribí con el ventrículo surdo y a veces con el diestro.

Se viene a la mente, mi primer cine, la primera cita, la segunda y luego perdí la cuenta. Como olvidar mi primer bronceado fallido termine en el hospital por sobre exposición solar. Mi primer diente que cayó.  Pero existe algo que no quiero recordar, mi primer rechazo…Mi medula se quedaba sin nervios porque estos se me escapaban hasta Urano. No me quedaba tranquilo hasta entretener mis inquietos dedos en el piano o en la hoja.

En la vida existen adicciones, al trabajo, al estudio, a las metanfetaminas, a las dietas, a los autos, a los pastos… y  al ser amado equivocado.

Paradoja: alguien nos quiere, lo tenemos pero le dejamos ir porque pensamos que volverá. Paradoja: queremos a alguien que no nos quiere. Le deseamos como la última gota en el desierto, pero nos mira como una espina entre muchas rosas. Y nos duele. Recuerdo mi primer dolor, mi primera estreches de corazón. Recuerdo su primera mirada tan hiriente, su primera ausencia. Aun cuando pude salvar mi dignidad, seguí con fe inagotable, ahora que lo veo desde atrás, me siento tan torpe “cómo es posible que haya querido dar tanto sin recibir nada”. Mi propio pepe grillo me lo decía “no lo hagas”. El pobre grillo, nunca lo escucho, siempre de un solo soplido lo echo de mi hombro.  Hasta ahora a lo único que prestó atención, a lo único que escucho es el deslizar helado de un absolut vodka cranberry, recontra Soviet! Pero mis ojos rojos mi barbas largas mi abstinencia me hacia un adicto a su presencia, no importaba si estaba cerca o lejos bastaba mirarle para saber que aun puedo mirarle. Neurótico mi coco, entendió muy tarde que si no hay reciprocidad no puedes pasarte la vida entregando ilusiones sin delivery. So, mande mis bichitos de l’amour a Moscu para que de ahí los transborde hasta Siberia de paseo una buena temporada y se congelen hasta que dejaron de ser cálidos como lo eran.

Recuerdo mi primera llamada de emergencia, porque estaba desmoronándome, pero no había nadie al otro lado de la línea. Recuerdo mi primer intento de --------.  Pero soy tan cobarde como para actually do it.  Qué más da, recuerdo mi primera página en blanco, y recuerdo que ese episodio tuvo un final bonito, más no feliz. Pero lo bonito es mejor que “el feliz” si lo pienso una y otra vez hasta que todo lo que pienso pierde sentido. El tango se baila de a dos, pero ni modo, tengo que respirar “buenos aires”, ventilar todos mis sesos. Hacer un brainwash hasta lavar el último rastro de estupidez. En la actualidad estoy tan en paz, conmigo, que quisiera que abundara en mí para poder coger una canasta y hacer de la ciudad un campo donde la reparta a todos, al mismo estilo de un candy raver. Full peace,love,emotion. Ya no dudo en huir dejando toda responsabilidad, tan solo para darle a mi cabeza un descanso necesario, eso es fugitivo, viajar a reencontrarme, haciendo de mi cuento un eat pray love.

Podemos prescindir de nuestras primeras veces, siempre y cuando ellas reaparezcan en una versión superior a la original pero sin perder esa magia que emana del detalle. Hay que seguir, son solo etapas. Para lograr cualquier cosa es necesario una primera vez, sea buena o malo, aunque dicen que si algo malo sale es mejor para no volver a hacerlo. Yo aprendo. Yo hago de esa pésima primera vez, la ultima.  Hay más, mucho más. Si creen que el dolor de corazón o desamor es horrible, entonces nunca les han sacado una muela juicio, eso sí es dolor y poca felicidad.  La primeras veces efímeras y tontas, son una barrera, porque te llevan a un final aparentemente feliz pero solo para la foto, porque luego “el vivieron felices para siempre”, está lleno de hijos, deudas del colegio, loncheras, propinas, suegras, etc.

Por si las moscas, yo decidí no contar más las primeras veces, porque no quiero que queden en “únicas”, si es lo bastante buena, que perdure, por los siglos de los siglos. A todos nos gusta contar, nos gusta de alguna manera dejar algo en suspenso para que pregunten por más. Todos ahora bailan y se mueven como Mick Jagger, yo elijo ser un filme en blanco negro, tan mudo como el buen Charles Chaplin,  conmover como un chavo del ocho saliendo de la vecindad con el palo y su trapo. En letras rojas No alardear de una primera vez.

La primera vez es la última. Luego se convierten en imitaciones piratas, revendidas y hasta ofertadas. Clones que se limitan a existir tratando de ser el original, wannabes. Y la última vez también tiene su guion aparte, porque nunca sabemos cuándo es la última vez. Siempre juramos, que jamás volveremos a hacer algo. Pero terminamos escupidos por el cielo no dos ni tres , decenas de veces.  Karma es la piedra en el zapato, toma fuerza y forma de justicia divina y a manera universal su imperio contraataca, terminando lastimándome el orgullo, pecho, brazos piernas, vasos sanguíneos que explotan dejándome seco hasta de las ganas. A estas alturas que la fuerza me acompañe, porque es lo más nórdico ser atacado por la cucharada de tu propia medicina y a al menos yo ya no quiero volver al lado oscuro. 

#G
Anoche, Gercar lo dijo

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