domingo, 29 de abril de 2012

LLAMAME CUANDO ESTE SOBRIO



Cuando me voy a la disco de siempre con la gente de siempre, pensamos que el final será el de siempre, es entonces cuando la noche te licua el cerebro y termina siendo la noche de nunca. Estábamos en Art Déco haciendo previos unos amigos. Tragos que van tragos que vienen. No nos veíamos desde hace buen tiempo así que empezamos con el “ponte al día”: Excesos en San Francisco, movimientos miraflorinos, el trabajo, los aviones, los hoteles, los sueldos, los puntos, los besos, los polvos,  french kiss, etc.

Cuatro veces cuatro dan ocho más, y las rondas interminables de tragos exóticos y de libido iban en un tráfico absoluto sobre la mesa del local. Los humos del cigarro se estacionaban a fuera; las risas en burla y la ausencia de silencios incómodos decoraban nuestro ánimo y era el visto bueno de la velada.
Después llegamos a la disco, ahí todo estaba en tonos neón y en efecto lupa volteada, no entendí nada. Estaba en un swing buenazo. Borracho mal, borracho como no lo estaba hace mucho tiempo cuando deje de fumar y tomar por culpa de unas pastillas para el control del hígado. Un tratamiento que me privó del que fue alguna vez mi mejor amigo el vodka y mis incondicionales Absolut, Carty, J.W., Peroni y derivados.

Salude a los conocidos, conocí a los desconocidos, abrace a las amigas, empuje a los enemigos y bese a las de carácter atrevido.  Era la noche de siempre, con la gente de siempre, en el lugar de siempre hasta que se convirtió en la noche extraña. Con caperucitas rojas pro todos lados, y nosotros cuatro unos lobos al acecho, inmorales.

De repente, conocí a esta persona por casualidad, como cuando pasas entre el tumulto para llegar a la barra. Me pedí una red bull, y mi pie piso otro pie. Luego cuando me alejaba del tumulto, hubieron dos ojos que se clavaron en los míos haciendo rayos laser entre ellos. Me quede hipnotizado porque la mirada era penetrante, intimidante, excitante, vacilante. No eran ojos bonitos ni de alguien bonito tampoco. Pero eran ojos que sabían lo que estaban mirando. Y yo tenía que escuchar lo que esos ojos tenían que decirme…

Me aproxime a la barra nuevamente a intentar hacer corta la distancia entre su mirada y la mía. Y me detuve. Y aprovechando que la noche estaba avanzada y que nadie distingue nada. Me presente como si fuera amo y señor, con rocheee. Respondió a mi saludo la persona dueña de esos ojos. Y la conversación tibia empezó a burbujearme, dijo su nombre seguido de un beso en el cachete. Felizmente me puse el 212VIP, le encanto desde que me acerque y no lo disimulaba. Mis amigos mientras tanto andaban por la pista de baile y haciendo sociales con las fotógrafas. En el segundo piso me encontraba yo con ese ser humano de los ojos insanos. En verdad tenía mirada profunda pero ahora estando frente a frente note que tenía una perdición de la razón única en esos sus dos ojos. Me daría cuenta poco después que me había topado con un ser de otro planeta o fuera de sí, pero entretenido.
 Le contaba sobre mi regreso a los vasos después de mi etapa candy y tranqui. Se reía y me pidió una chela, estábamos en una sala de al disco donde habían mesas para dos, y como quien se acomoda empezó a contarme sobre su vida, pero empezó por la parte que nunca debes contarle a alguien cuando conoces, por su forma de pensar…

“Yo soy así, todos creen que el ego se posesiona de mi como el demonio, pero en realidad no es así, sino que yo soy así. Creen que presumo, que distingo, que rechazo. Pero tengo mi razón…”.decía ella. “sabes.. a veces creo que no estoy bien. Creo que necesito momentos conmigo para poder entender la realidad de las cosas porque nadie me va a soportar así…”

En ese preciso instante sentí que me perdí en el bosque… y empecé a reprocharme porque siempre me toca gente loca, y si no están locos, son brutos, o huecas. Toda la vida. y a pesar que pude retirarme a tiempo decidí quedarme para intentar adivinar en qué momento dejaría de hablar para meterle cara,  estaba como para un one hit wonder

Mientras trataba de impactarle mi boca sobre la suya, su uni-conversacion se apodero de sí, pobre humano. Finalmente me decidí, decidí escuchar lo que tenía que decir, porque siempre he creído que nadie mejor que un extraño para contarle cosas que están en tu mente y que ni tus amigos ni nadie cercano deben escuchar… Yo hace un par de meses que estuve también en un locon dentro de mi cabeza que llena de grillos me sumergía a interrogantes y desafíos nefastos que solo querían cambiar mi naturaleza humana. Felizmente salí de ese túnel, escape sin antes advertirle a mi subconsciente de que si sigue mandándome voces diciéndome cosas feas y egoístas, yo le metería un balazo, ley del hielo y jamás le volvería  a hablar.

La persona de los ojos locos tenía nombre, pero para proteger su identidad le diremos “J”. La escuche, la trate de entender, y finalmente la entendí, estaba sola. Sola, con su ego, con sus conflictos de existencia. Como todos, pero J llevaba todo al límite. Y por eso estaba sola, porque sus amigos la habían dejado en la disco. No quería nada con nadie solo quería beber.

Trate de calmarle y me ofrecí de buena gente a llevarla a su casa que coincidentemente era cerca a la mía. Dijo “Oko”. Y yo “OK”. Pero insistió en quedarse un rato mas en al disco. Luego de superar su locura por unos momentos, hablamos de  otras cosas más cuerdas.

Trabajaba, había estudiado, se había enmaromado, la habían dejado. Casi como a cualquier mortal. Me encontré a mis amigos y les dije que ya me iba… acompañado. “bueeeeena , la hiciste” me decían. Peor yo sabía que lo único que había “hecho” era perder el tiempo.

Fuimos a comprar algo de comer, insistí en irnos, no podía dejarla sola me sentí mal, ajeno. J insistió en regresar a la disco, y por fuerzas cósmicas inexplicables, accedí. Ya dentro una vez más, bailamos un par de mezclas, pelamos un par de wiros y la noche ya quería madrugar. Entonces la insania locura le volvió a la mente, justo segundos antes cuando estaba a punto de chapármela, creyendo iluso que la paciencia había dado fruto…

Pero ella volteo la cara y empezó excusarse en un desfile de clichés: “No sorry, no puedo”, “No eres tu soy yo” (eso si era cierto, J estaba insane Literal), “Si fuera otra noche te juro que si la hacía” “En mi casa no se puede”…

A punto de tirar la toalla, yo, ella me dijo “vámonos”. Salimos, y paramos un taxi, en forma de hacer tiempo conversamos y le dije “Necesitas ayuda” se rio y me dijo “Ya lo sé, por eso no quiero hacerte perder el tiempo”.  “No es tu culpa “le dije. “Todos hemos tenido etapas de locura, pero tu les ganas a todos, con medalla de oro incluida” y se mato de risa.

Intercambiamos números, y entonces le mencione. “Para que me pides números si nunca me vas a llamar”. Y ella dijo “sí, bueno no sé, quien sabe”.

Finalmente le dije “Llámame cuando estés sin locuras” a lo que me respondió “Llámame cuando este sobrio”, y luego dijo “Aunque la única ebria soy yo”.  “Cuando estés sana, llámame quizás podamos conversar y tomar algo” (ya no café). Se rio y me dijo “Definitivamente lo hare”.

Insistió en pagarme el taxi hasta mi casa como agradecimiento a no haberla desamparado. Cuando me iba a despedir me metió boca, fue un pequeño pico.  Y se fue con el taxi. Y yo me fui a dormir con un número desconocido en mi haber. Borre su nombre “J” y puse “no contestar”. Seguro me llamara nunca, seguro me llamara pronto. Me llamara tal vez cuando este yo en la disco, o quizás me llame cuando este sobrio. 

#G
Anoche, Gercar lo dijo


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