domingo, 20 de septiembre de 2015

LOS BESOS NO SE PIDEN, SE ROBAN


Habían pasado cerca de 500 noches sin que pisara ese lugar. Desde el momento en que puse el pie dentro sabía que cosas inesperadas podían pasar. Es como cruzar el espejo; un mundo donde todos están locos pero lo disimulan muy bien. Un lugar, que, cuando el alcohol sube y los instintos bajan, todo, TODO puede suceder, y como en una película de saw, nunca sabes donde puedes despertar (tampoco tan tenebroso) , pero es verdad que a veces no es tu cama donde amaneces (así me han contado).

Esta noche era mía, quería que solo fuera mía. Necesitaba esto, estar solo. Por fin solo. Lejos de todos, lejos de lo malos recuerdos. Las penas, en mi caso, se olvidan bailando. Hoy tenía mucho que bailar. Necesito bailar.

En la puerta, hubo algo de alboroto, la gente de abrió como el mar rojo para dejar entrar a un grupo de chicas acompañadas de un chico, evidentemente modelo, o algo así, con músculos inflados, cara bonita y peinado metrosexual, llevaba 3 aretes, dos en una oreja y el tercero en la nariz.

Después de esperar unos minutos, entre. La música era diferente a la que ponían hace más de un año, la gente era diferente. No reconocí ni un solo rostro. 500 noches antes habría saludado a la mitad de la población que acude ahí.

Los pasillos al baño estaban llenos, felizmente se podía fumar dentro, había cola hasta para el espejo, solo me hacía falta un par de retocar el flequillo. Apoyado en la pared mientras se acomodaba los jeans que le quedaban ajustados,  el arete en la nariz, más sexy aun de cerca, reconocí al chico que estaba en la entrada.

Los tatuajes en los músculos inflados, me pusieron nervioso. Se me acerco, y se detuvo frente a mí, me miro como si me conociera. Levantó la mano, y arranco el cigarro de mi boca y lo puso en la suya, le dio una o dos pitadas, mientras que mi ceño se frunció en automático, desconcertado pero a la vez curioso de que lo pasaba. El mismo que vi al entrar, no cabía duda. Con una camisa sin mangas y pantalones apretados en su punto. Con acento centroamericano y piel de color whisky, o más bonito; me lanzo el humo sobre la cara de la manera más arrogantemente y provocadora. Esparció cada ola de humo sobre mi rostro, y sentí que me adormecía todos los músculos, quede petrificado, embobado y dispuesto.

“¿Por qué tan solo?”, fueran las primeras palabras en salir después del humo. Si hubiera sabido que las películas pueden volverse realidad, y sobre todo, si lo hubiera sabido aquella noche, hubiera ido con una camisa más bonita y quizás con una conversación que encaje bien a esa pregunta. Pero los nervios y el shock, me enmudecieron. Su acento extranjero, hizo que gotearan todas mis lluvias inferiores.  

No pude contestarle, cuando quise decirle algo, fue como un susurro, casi con las palabras ahogándose en mi lengua “bien…” solté, pero creo que no me escucho. Y no pude decirle más, porque si era un sueño o una película, no quería despertar aun.

“Te puedo dar un beso?” continuaron saliendo palabras, palabras mayores. Al escucharlo, quería explotar de risa. Que cliché y patético sonaba. Pero la  verdad es que si podía dármelo, pero no preguntármelo! Solo hazlo. Róbamelo, ningún ladrón avisa antes de atacar. Duh. No le dije nada solo deje que mi silencio le diera la respuesta que ambos queríamos.

Su labio extranjero atrapando el mío, con sabor a humo y menta. Me beso suave pero letal, que dejo inmóvil todas mis actividades motoras.  Fueron 7 segundos los que pasaron desde que me arrebato el cigarro y me beso, para luego irse diciendo “nos vemos”. “No tienes que preguntarme…” le dije cuando me devolvió el cigarro, antes de que saliera del baño.

 NO entendí que había pasado. Corrí al espejo para saber si esa noche tenía algo de extraordinario o lo que sea que me diera una explicación.  Solo estaba yo, solo yo.

Salí directo a la puerta, saque la caja de cigarros, pero ya no me quedaba ninguno. Subí al primer taxi que encontré en la calle. Mis amigos estaban en camino pero ya no quería quedarme ahí.  Cerré la ventana porque me dio frio y pensé en lo que me dijo “Por que tan solo?”…

Gercar lo dijo 


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