miércoles, 16 de diciembre de 2015

EL CHICO DEL BUS #Capítulo4 : EL ALIENTO CONGELADO


Ya eran las 6 de la tarde otra vez, y tuve muchas ganas de ir caminando a mí casa e ignorar el bus. Mi cara se ponía roja solo de pasar por ese lugar, ahora escalofriante. El chico del bus cada vez se vuelve más real, tiene gruesa la voz y poca paciencia.

Después del almuerzo de hoy se me quito incluso el hambre de conocerlo. Colgó después de repetir insistentemente “Alo, quién es?! Quién es?! QUIEN ES?!” creo que estaba ocupado y le habíamos robado unos segundos de su tiempo y de su carácter.

Camine varias cuadras hasta el edificio donde trabaja una amiga que antes solía trabajar conmigo, para contarle la historia del chico de la mirada misteriosa que a la vez es el chico del bus. La espere en el lobby del primer piso mientras revisaba mis mensajes y redes. 

A veces, la vida imita al arte, o como se diga. Si en las películas de terror, ese momento en que el asesino sorprende a la víctima cuando menos se lo espera, se inspirara en sucesos reales algo así sería la historia de mi vida. De terror o algo muy similar a esa sensación cuando leí su mensaje…

“H: Hola, soy H.”

Mire a todos lados, como si me estuvieran acechando o haciéndome una broma. Buscando su cara pero no había. De espaldas también podría reconocerlo, pero nada. No estaba.

Al principio no entendí como es que esto estaba sucediendo. El número en el boleto del bus, fue algo que él me entrego, pero no recuerdo haberle dado el mío. Tuvo que ser Mía, fue ella. Lo que pudo haber pasado es que H le devolvió la llamada después, como ella le marco desde su celular… Seguramente está retrasada le dio mi número. Qué vergüenza. Ya no sé de qué color poner mi cara, el rojo ya se me gasto. 

Mire el ascensor y mi amiga no bajaba, empecé a conversar con H, y suena tan surreal decirlo. Antes solo eran miradas, miradas que hablaban con más intensidad y significado que una conversación. Ahora es turno de las palabras. ¿De qué podría conversar con él? No sé cómo empezar. Debería preguntarle cómo le fue en el trabajo?

Pero mis preguntas y preocupaciones se esfumaron tan apronto como llegaron, no era necesario pensar mucho. H tenía sentido del humor y era mágico, literal, lo era. No sé cómo, quizás tiene un sombrero y en lugar de  sacar conejos, él  podía sacar temas de conversación o trucos para atrapar mi atención.  Es un experto.

Mis dedos escriban lo equivalente a todo lo que escriben mis amigos en los grupos de conversación.  Pasaron más de treinta minutos, y mi amiga no bajaba. Le marque al celular y cuando me respondió se asombró que aun siguiera ahí, hace veinte minutos me había escrito que tenía mucho trabajo y no le era posible salir. Pero la conversación de H me saco del sistema solar y me llevo a otro espacio, me desconectó del resto.

Salí del edificio y comencé a caminar hasta el paradero más próximo. Empezaba a hacer frió nuevamente y como si la naturaleza quisiera verme en aprietos, empezó a llover. Corrí hasta el paradero que no estaba tan lejos, antes de que el bus me dejara, por suerte me senté en el ultimo asiento libre.  

Un detalle que no me había percatado era su foto al costado de su nombre, no había.  Y la razón era que no había guardado su número. Entre a la opción y comencé a escribir su nombre H _ _ _ _ _ , cuando pulsé “guardar” en segundos como el sol que sale en la mañana se asomó su foto…  

Era una selfie en el espejo de la cintura para arriba. Mis ojos se quedaron quietos un buen rato, gratamente idiotizado. Tiene seis cuadrados que adornan su zona abdominal y dos líneas oblicuas formando una V, que se deslizaban hasta donde mi imaginación quiere entrar y perderme sin cartas de despedidas ni fechas de regreso.

Su pecho tenía tres tatuajes, unas notas musicales que se deslizaban en un pentágrama que hacia música en mis ojos, y más abajo dos estrellas. Y no solo eso, estaba adornado de pecas que terminaron por enamorarme, se salpicaban desde sus hombros hasta  los brazos. Tuve usar el libro que  siempre llevo conmigo, y colocarlo entre mi entrepierna para que no se notara las consecuencias que mi pantalón padece ante las transformaciones que hace mi cuerpo y la sangre.

En ningún momento me escribió alguna insinuación, bueno, ni falta que hace con esa foto. No tardaría en hacerlo, estoy seguro. Lo que él, busca es sin duda lo mismo que mis pantalones están dibujando  en estos momentos. Lo deseo y mi desea. Ya está comprobado (el numero en el boleto del bus). En algún momento ha de suceder. Pero debería ponerme en jaque rápidamente o hacer este juego prologando hasta los tiempos extras y penales… Aunque,  puede ser que me meta auto gol si lo hago esperar… lo que si tengo claro es que dejare que H tome el primer paso.

Ya eran casi las 7:25, el tráfico está más que insoportable. Trate de leer un poco, ya no quise pender de mi celular, la última palabra la escribí yo y H no respondía, quizás estaba ocupado, y con carácter, como cuando Mía lo llamo.

Cerré la ventana de un solo golpe por el frió insoportable, tan insoportable como mi mal humor, detesto cuando ven mis mensajes y no responde. Faltaban dos paraderos para llegar al que se encuentra cerca de mi oficina, no pensé que me había alejado tanto para buscar a mi amiga.  Debe ser que el bus avanza como tortuga.

El bus se quedó un buen rato en uno de los paraderos esperando que más gente subiese, luego de unos minutos cerro las puertas ya estaba repleto de pasajeros.  Nadie más podía entrar ni colgado e la puerta. Empezaron a golpear fuerte las puertas para que se abrieran pero ya no se podía.  

“No pueden esperar el siguiente bus” pensé, evidentemente seguía un poco ardido de que me dejen en visto. Más callado que la H, literal. Intente abrir la ventana porque con tanta gente dentro empezaba a sentirse el ambiente cargado, pero la cerré tan fuerte que se atoro y no pude abrirla, comencé a forcejearla pero nada, y cuando vi a través del vidrio, reconocí sus lentes y su cabello, a pesar de que estaba mojado por la lluvia. ¡¿Era él?!  
Dentro de mí quería salir el grito “déjenlo subir” pero era imposible. Si! Si era él, era H!  de repente alzo la mirada y me vio, nos vimos, me quede helado, se sorprendió al igual que yo, y luego sonrió, sonreímos como dos niños haciendo travesuras. Sus labios comenzaron a moverse pero no se escuchaba nada, la ventana no se podía abrir aunque la golpeaba.

H me señalo su celular haciendo un gesto  indicando que su batería había muerto (Ahora entiendo porque no respondía mi mensaje, y yo enojándome). Quise bajarme (como Rose del bote salvavidas en Titanic, algo así).

Gracias a un amigo que sabe leer labios aprendí unos truquitos, H empezaba a decirme algo con los labios sin emitir sonido alguno. Al cabo de unos segundos no fue necesario descifrar sus labios porque comenzó a gritar (si a gritar!)

“Hey, hey!” decía esperando que paren el bus por él, (esta loco, pensé) El bus ya estaba distanciado de él, y sin importarle el lugar, ni el momento, ni el cómo, y ademas, al ver que ya no podía subir al bus, dijo lo que dentro de mí esperaba leer en sus mensajes, pero fue mejor escucharlo de su boca...

“Nos vemos mañana?!”

Esta loco, pero es esa dosis de locura que necesito en estos momentos. Yo moría por responderle, pero imposible por el celular y la ventana no abría. Sin embargo, el destino sabe hacer su trabajo muy bien y con la ayuda de la naturaleza crean los momentos indicados y son esos que están destinados a pasar…

El frío me ayudo a arrojar mi aliento congelado hacia el vidrio de la ventana hasta que esta se opacó. Y dibujé, solo bastaron dos movimientos de mi dedo índice para responderle;

“Si”

Continuara...

Gercar lo dijo  



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