miércoles, 22 de septiembre de 2010

IMPORTA LA PERCHA

El camino que escogemos puede no siempre ser el correcto. Pero si los zapatos brillan con luz propia y dibujan pasos elegantes ¿Podemos evitar tropezar?. Si la chaqueta que se recuesta sobre nuestros hombros nos infla el pecho de orgullo porque es una pieza que nos dio en la yema del gusto cuando la vimos sobre el maniquí del centro comercial; entonces podemos olvidar por un instante quiénes somos y dejar de caminar sino mas bien sentir la necesaria sensación de modelar como si el camino mutara en una pasarela.

Emular a nuestros iconos del fútbol, cine, música, todos ellos que viven en la burbuja de Hollywood, ciegos por las luces cegadoras de los flashes que revientan en sus rostros; esos rostros hechos por alguna mano diosa de la era mitológica; acaso nos puede sacar del muladar donde vivimos. Esos cuerpos que nos hacen babear las portadas de las revistas más prestigiosas, esas fotos que nos dan ideas subjetivas que pocos entienden y por ende pocos entenderán lo que hoy les escribo. 

Pieles que renunciaron al pellejo del animal. Flecos que regalan movimiento, estampados que hacen travesuras sobre los tejidos en formas abstractas y animal prints. El cuero que actúa y hace efecto de segunda piel que se resiste a abandonarnos. El denim que desde que nació con un elixir de vida eterna se revela ante sus sustitutos. El eterno negro que nunca falta en cada armario, recuerdan que black is black. Los cuadros que siempre disimularan las arrugas y por eso es nuestro favorito, ¡odiamos planchar!

Preferimos estrangularnos con una bufanda extra-extra larga o una corbata de nudo clásico, que sudar por cada papel mal impreso en el trabajo. Preferimos rompernos el ojo con la silueta del último modelo de Mercedes Benz, porque “ella” si lo merece. Quizás exagero pero abandonamos el andar de la mano con la novia y tener la muñeca disponible para un Rolex, un Cartier o vamos un Chanel. Hemos acostumbrado no solo nuestros cuerpos sino también nuestros oídos a nombres de mentes creativas como Dolce & Gabbana, Ives Saint Laurent, Christian Dior, en fragancias o elegantes piezas de noche, o más casuales como Burberry Prorsum y Gucci; o menos sofisticados que también hacen temblar la billetera como Lacoste y su cocodrilo domesticado, el rey preppy Tommy Hilfiger, Banana Republic personalmente me deleita; y el único que nos conquisto, Calvin Klein. Si de alcanzar una estrella se trata, traeré a mención a Abercrombie & Fitch, Volcom, Element, American Eagle, Hollister y muchas que encabezan las listas de los más deseados, y muy al acanze. Es una lista extra-large.

Dejamos abierto el caño del dinero, en vanidades que necesitamos. Se creó y todo lo creado debe servir para algo, para identificarnos, para darle vida a la ropa NO ELLA A TI. La moda es eso, una prenda, un pedazo de tela, un accesorio, una iconografía de lo que somos. Pues somos lo que vestimos. Estoy violando las leyes de la belleza interior, pero seamos honestos, que bien se siente respirar el olor a nuevo de un buen traje, arrancarle la etiqueta y si no lo gritas al menos murmuras “Al fin mío”, “Cuando me lo vean puesto…” y el clásico infaltable “Me gusta. Nada más” en realidad ¡lo adoras!

Estoy hablando de nosotros los hombres.Vamos, sean honestos, son tan cuidadosos como las mujeres al momento de seleccionar una camisa, que si tiene rayas, que si se me queda entallada o suelta, en fin de todo un poco. Para los más serios, siempre se guardan los comentarios para el espejo en la privacidad de sus respectivas habitaciones. Esta regla se aplica a todos. 

La cultura popular ha cambiando tanto, para bien de todos aquellos reprimidos que veían a la moda con desdén sin afinidad alguna. Ya no es la mamá, quien elegí que color combina con cual, ya no mas los peinaditos al costado y la corbatita moño. Nació la metrosexualidad y está bien, no debemos temerle sino tomar ventaja, pues las mujeres quieren ver hombres atractivos, fascinantes y hasta seductores. Adiós a la monocromática del guardarropa masculino, ahora la paleta pinta más de ciento un estilos, desde los clásicos y minimalistas hasta los eclécticos, bohemios, fresh surfers, étnicos románticos e informales con mucho rock n roll. Que se respire ante todo el estilo en complicidad de la personalidad. Eso si es un must y por lo tanto algo que estará siempre in.

Desde el último cabello rebelde que se somete al gel, hasta los que dan la cara por la integridad del cuidado personal, los zapatos. Todo debe girar en un solo eje. Basta de privarte de una boina o de un cinturón o una gabardina. Deja de apostar por lo seguro ¿No te aburres? Píntate de descaro, ten los pantalones para usar lo que te venga en gana, eso si, sin pisotear las bastas. Ten la desfachatez de presentarte a la cena con una camisa fuera del pantalón pero con una corbata ultra delgada y un blazer que te arme la noche. Metete un trip desde el retro al vintage sin pasaje de regreso, al menos no esta temporada, viaja por las rutas del pop art y los góticos contemporáneos. 

Avanza siempre a paso firme, caleidoscópicamente, mesurado, seguro, sofisticado y muy decidido. Hombre ponte bien los "esos que ponen las gallinas" y déjate de gilipolladas. Y tu mujer dale silbidos de vez en cuando para que sepa que acertó. Ambos contemplen la moda como una herramienta para sacar lo mejor de su física humana. Pero no se emboben por lo superficial, no olviden que sin ustedes dentro de esas telas son solo eso. No dejen que el impacto de una prenda os opaque. La moda es efímera, pero el estilo es real. Soy un fashionista y las tendencias mi catarsis. Es de sabios enmendarse y me declaro oficialmente bruto si me equivoco. 

#G
Anoche, Gercar lo dijo

Fotografía: Gercar PhotograG https://www.facebook.com/gercarphotograg?ref=hl

sábado, 18 de septiembre de 2010

ME GUSTA Y NO


Me gusta el día lleno de sol. Me  gusta despertarme, abrir los ojos y decir "¡Que mañana!" .Me gustan  las mañanas no húmedas con resacas o huellas de una noche salvaje. Me gustan las fotos del día anterior que quedaran para el posterior. Me gusta el ron solo si es con amigos.Me gusta el vodka puro y helado pero siempre a solas. Me gustan los cigarrillos más que una cerveza.Me gusta el espejo y el que está dentro de él. Me gustan los dramas pero prefabricados, llenan de adrenalina un momento dado.

Me gusta sentarme junto a la ventanilla dentro de un avión, sin audífonos puedo sufrir de pánico o hipertensión. Me gusta el champagne sin necesidad de un brindis. Me gusta el pavo en navidad y el lechón en año nuevo, lo cohetes y luces artificiales a las doces, y la cuenta regresiva en algún lugar fuera de mi hogar. Me gusta diciembre porque está lleno de fechas relevantes. Me gusta noviembre porque llena de bulla mis sentidos.

Me gusta usar gel en el cabello. Me gusta cepillarme dos veces al día, bañarme una y comer cuatro. Me gusta decir haré dieta y comer como desgraciado. Me gusta el último rincón de mi cocina porque tiene una ventana donde puedo ver la luna y si estoy medicado, hablar con ella. Me gusta mi habitación pero sin mis hermanos. Me gusta mi mama cuando no sabe nada de lo que pasa. Me gustan las propinas en mi cumpleaños y los perfumes anuales que mi tía me obsequia.


Me gusta el mar y sus especies. Me gusta mi piel pero con el sol estampado en ella. Me gusta la ropa que me identifica. Me gustan las revistas. Me gusta iTunes. Me gustaba  iPod. Me gustan las noches que me regalan sorpresas. Me gusta llegar desganado a un antro y salir con una sonrisa de oreja a oreja. Me gusta el campo pero lleno de vacas y caballos. Me gustan los cocodrilos. Me gusta el libro que nunca falta en mi mesa de noche. Me gusta hablar conmigo mismo cuando todo está oscuro en mi cama. Me gusta pensar “Si ellos supieran…”. Me gusta un cuerpo delgado. Me gustan las calorías dentro de una Coca Cola. Me gustan los chocolates sin pasas. Me gustan los días festivos solo porque unen personas nada más. Me gusta enero porque significa sur chico. Me gusta el distrito de Miraflores. Me gustan los puentes y desde ahí mirar lo que abajo existe. Me gustan los faros, los molinos y las torres en una costa. Me gusta la idea de beber la vía láctea porque supongo que tambien tiene calcio. Me gusta el universo y sentir que si puedo respirar en él.




Me gusta París, Tokio, Roma, New York, Londres, Atenas y lugares exóticos. Me gusta El Cairo. Me gusta la piña en todas sus manifestaciones. Me gusta tomar fotos. Me gusta el arte visual. Me gusta conocer gente peculiar, rara, loca (abstenerse los comunes). Me gusta que me digan “te queda bien” y hacerme el despeinado. Me gustan las películas dramáticas y las de terror o las que toquen hasta el último de mis nervios. Me gusta los viernes porque son la antesala del sábado.


Me gusta el sushi porque no tiene espinas. Me gustan las calles coloniales son magicas. Me gusta saber que algún día me tirare de un avión en un paracaídas. Me gusta el engreír. Me gusta la admiración pero por lo bueno de mis acciones. Me gusta sentirme único. Me gusta mirar el reloj y decir que faltan cinco minutos.Me gusta escribir.Me gusta llorar a solas. Me gusta conmoverme. Me gusta el cafe. Me gusta viajar. Me gusta manejar con las ventanas abiertas y el acelerador a fondo. Me gusta el teatro. Me gusta el retro, el vintage, el pop art, el minimalismo. Me gustan los 80´s.

No me gusta la hipocresía, aunque la practico esporádicamente. No me gustan las religiones porque segmentan el mundo. No me gusta el pan con aceituna. No me gusta el choclo. No me gusta alguien que no se bañe. No me gusta sentirme usado. No me gusta que me roben. No me gustan los abdominales pero tengo que hacerlos. No me gusta Lima cuando esta gris y llena de imbéciles. No me gusta la selva porque siento que mil mosquitos chuparan mi sangre. No me gusta viajar en bus. No me gusta estornudar cada dos segundos. No me gusta padecer de paranoia. No me gusta el melón, el higo ni la guanábana muchos menos la sandia y el mango. No me gusta sentarme con mi madre y escuchar lo que tenga que decirme. No me gusta un “NO” como respuesta. No me gusta un “SI” a la fuerza. No me gusta distraerme y luego preguntar “¿Qué paso?”. No me gusta la subestimación, la sumisión, ni la frustración. No me gustan las crisis nerviosas.

No me gusta dormir cuando mañana debo madrugar. No me gusta el desorden que invade mi habitación cuando decido que ponerme encima. No me gusta el fin del mundo. No me gustan las películas de acción. No me gusta la salsa. No me gusta los domingos. No me gusta los lunes. No me gusta dormir hasta el mediodía y sentir que perdí tiempo en mi vida. No me gusta la indiferencia. No me gusta ser inestable. No me gusta ser detestable. No me gusta terminar mis sábados con las manos vacías. No me gusta bañarme con agua fría. No me gustan los pisos altos sin balcón. No me gustan los jardines si no tienen piscinas o alguna flor. No me gusta el miedo a las alturas. No me gusta comer pescado frito. No me gusta pensar que el paracaídas no funcione a veces. No me gustan las noticias de la TV. No me gusta leer periódicos. No me gusta hacer compras y tener que cargar todo. No me gusta vivir en lugares pequeños. No me gusta la invasión de mi espacio. No me gusta que respiren el mismo aire que con tanto esfuerzo me costó encontrar. No me gusta que copien algo mío y digan que es suyo.

Me gusta todo lo que me gustaría tener. No me gusta saber que me gusta todo lo que no tengo. Me gustaría saber que me gusta tener y tenerlo; y dejar de gustarme todo lo que no puedo tener. No me gusta pensar que si lo tengo seré feliz. No me gustaría saber que se siente no tener lo que tenia y no me gustaba como debió gustarme. Me gusta saber que este listado es mucho más extenso. Pero me gustaría más, saber lo que realmente me gusta. 

#G
Anoche, Gercar lo dijo

Fotografía: Gercar PhotograG https://www.facebook.com/gercarphotograg?ref=hl


lunes, 13 de septiembre de 2010

EN EL OJO CERRADO

Quiero tropezarme con mis miedos y una vez abajo no temerles más. Repetirme la voz cruda que cuando me golpeo un dedo es capaz de gritar. Frente a una cueva con eco desatar todos los gestos de maldad. Y si todos nos perdiéramos de una vez por todas en la oscuridad de un ojo cerrado, que pasaría con el otro. Sucede que mi realidad está a años luz de mi anhelo, pero sigo trabajando en mi nave espacial y parchando sus agujeros. Es más regocijante permanecer en la oscuridad fabricada por tus ojos para detener el espacio cronometrado desde algún trono reinado por alguna fuerza inverosímil. Pero manteniendo alerta una de las pestañas, alejándola del parpado inferior.

A modo de sueños verticales se puede combinar fantasía y realidad, deambulo dormido pero con la mente despierta, entre transeúntes anónimos que al tropezar no se vuelven a parar. Dónde coloco mi paciencia si está a punto de colapsar, que hago con mi carnada si mi pesca no sirve en altamar. Tiene celos el mar de la sal que abunda en mí más que en él.

Pero ya no me preocupo en el tarot y sus artificios que me hacían devoto de una procesión inapetente. Y por más que ordenen las estrellas jamás ves constelaciones ordenadas, en ese sentido la cabeza juega más con las formas que el cielo nos da. Me basta dejar de inhalar aire por un momento para sentir deseos de esperar, y no abandonar la contienda. En un tris mis nervios sienten la espina penetrando en el último fragmento de piel del dedo más pequeño bajo mi tibio pie. Y despierto de mi boba existencia idealizada, reanudo mi biografía y empiezo con nuevos pergaminos.

Y en el tiempo que mis diablos azules deciden hacer de mi sensatez un insecto que pisar, me embriago con mis lágrimas amaneciendo con una resaca compasiva. Un insignificante trozo de debilidad no puede hacerme flaquear. La idea es jugar con las palabras guapas y hacerlas perdurar, esquivando las balas que tienen como blanco tu salud mental.

Soy un loco bueno, insano desde que pienso, pacifico hasta no más. Puedo depositar todos mis descontentos en mi bolsa cerebral y atarla fuerte para evitar una fuga monumental. En el ojo cerrado esta la dimensión donde puedo regar de demencia cada rincón de mi propiedad. Donde puedo realizar la insania de poder manipular mis hilos y dejar al ventrílocuo descansar. Donde un vodka helado y cigarrillos me acompañaran en mis funerales dedicados a mi destierro por voluntad, en donde lo más lejos que podría llegar, seria la ventana de la cocina que da hacia la zona de albedrio espiritual. 

#G
Anoche, Gercar lo dijo

Fotografía: Gercar PhotograG https://www.facebook.com/gercarphotograg?ref=hl

jueves, 2 de septiembre de 2010

LA VENTANA ABIERTA

El más crudo aire resbalaba sobre las húmedas grietas que del asfalto nacen, a causa del clima de la Lima gris. Eran exactamente las once de la noche, hora en las que todos se escondían dentro de sus bufandas ornamentadas de flecos y algunas con estampados escoceses, mientras que las orejas mas quebradas disimulaban su falta de calor bajo los chullos; mis pies congelados pero aun en movimiento se detuvieron al borde del abismo entre la vereda y la autopista, deslice mi mano abandonando el acogedor bolsillo que la hospedaba, para detener la máquina de hojalata que anunciaba su llegada con luces cegadoras. Se detuvo entonces al borde de mis dedos, rápidamente me cogí de la bestia y como si de un examen se tratase me deposite sobre el primer asiento vacío y sin respirar un segundo se enrumbó a todo motor.


El pasamanos estaba hecho un tempano a lo largo del espacio que si pudiera hablar renunciaría a su patética labor de apoyo a los viajeros. Los resortes necios todos, permanecían fuera de las parchadas butacas que se ordenaban como soldaditos una detrás de otra, donde el coronel no era otro más que el chofer.

Una vez instalado, y con todos los grados del mundo bajo cero, no me importo el titubeo de mi garganta y mucho menos el vibrar de mi cobardes dedos, velozmente despojé del gatillo a la ventana y deje que la naturaleza nocturna hecha corriente penetrara mi nariz, haciendo de mis sentidos una fiesta de sensaciones. Deje que de mis cabellos se apoderara golpeándolos salvajemente unos con otros armando una melena que me daba un poder tácito. Era el viento el único daño que me podía transigir era su magia la que me regalaba en cada bus con mi ventanilla abierta al límite. Un obsequio al que no me podía resistir. 

Tal era mi vanidad por obtenerlo que me mofaba en la frigidez de los peregrinos que se desplazaban dentro del mismo vehículo. Era un momento del que yo me apoderaba donde nadie más podría entretanto entender mi deseo de permanecer hipnotizado con las melodías sigilosas que exhalaba aquel elemento, que se hizo para mover a las velas naufragas en altamar o hacer andar las aspas en los molinos del Quijote. De alguna forma aquella ventana no solo me conectaba al exterior del coche sino tambien era una entrada a mi mundo donde solo yo sabia las reglas del juego pues yo las creé.Nada parecía derrotar mi batalla.



-“Cierra ese vidrio”- se escucho tras mi nuca. –“Por favor”, finalmente clamó, la venerable mujer que a falta de las virtudes de la juventud, tiritaban sus pellejos y castañeteaban sus únicos dos molares. Y pues a regañadientes azote la ventana al marco metálico donde se empotraba el gatillo.

El puchero nació en mi rostro y mi inconformismo no se hizo esperar, cual gavilán esperando el más leve movimiento de su presa, deposite mi vista al blanco, un inofensivo niño que no era más alto que mi cintura, tierno llevaba entre las manos vacías la suciedad que solo era evidencia de una tarde llena de alegrías en el monte, donde la hierba agradecida por su visita se quedo entre sus uñas que ahora exigían una cita con el jabón. Aquella criatura bajo del vehiculo, e inmediatamente  me precipite sobre su asiento en blanco donde me esperaba la ventanilla cerrada. No espere a encajar mis zapatos dentro de la cavidad del asiento posterior ni mucho menos deje a mi espalda hacer complicidad con el respaldar. En un santiamén aquel vidrio estaba lejos de su lugar hermético y una vez más los sentidos salieron a su patio personal a interactuar.

Cuando reanudaba mi compromiso con el golpe de los aires que es un impacto que no duele, las interrupciones empezaron a asomarse, el recolector recaudaba las monedas y era mi turno, moví los cierres de mi maleta y atine a darle mi peaje ignorando el boleto de venta. Segundos después las luces rojas divorciaban mi unión con mi fetiche de viajero, y las vendedoras de golosinas lanzaban gritos llenos de nombres provocadores ricos en glucosa. Yo ensimismado, solamente pertenecía a mi ceremonia con las ventiscas que me suministraba la morada noche. Nada parecía dibujar mejor un gesto blanco en mi boca que los zumbidos llenos de soplo.

Intempestivamente la pierna derecha del coronel se hundió en la profundidad de la base de la máquina de hojalata, el freno no solo paralizo mi idilio sino también mi ininterrumpida quietud. El paradero sentenciaba el juicio de mi odisea figurativa, como un preso que lo dejaban absuelto, fui abortado del vehículo que se hacia diminuto con cada esquina que abandonaba, a lo lejos quedaba mi superficie humana helada reflejada en el espejo retrovisor.

#G
Anoche, Gercar lo dijo

Fotografía: Gercar PhotograG https://www.facebook.com/gercarphotograg?ref=hl