lunes, 11 de abril de 2011

LA CASA DE LOS GRITOS


Al parecer su guardarropa era más grande que su habitación.  Puedo apostar que en su baño habitan más de cien productos de belleza diferentes para todo tipo de ocasiones. No había ojo  que sea indiferente cuando  dejaba  su departamento todas las mañanas para ir a estudiar. Ella  salía tres veces por día y en cada vez  llevaba un atuendo distinto.  Soberbia o petulante. Ambiciosa de miradas de todo tipo, admiración, deseo, celos, pasión o quizás remotamente compasión.

Dolce & gabbana  los martes, en las tardes de ese mismo día prendas de chanel. Los jueves eran de banana replubic mientras que los sábados solo pertenecían a Gucci y Balenciaga. Eso sí, entre sus pies y el suelo solo había espacio para sus altísimos Christian louboutin.  En el verano solo podía ver las consonantes CK de su ropa interior que era visible cuando se agachaba a recoger las llaves que siempre se le resbalaban de las manos. Era torpe la belleza. En su bolso iban otros amigos como el perfume, el peine, el colorete y sin ser stalker veía de vez en cuando que sacaba un espejo de esos que tienen la forma que recuerdan al que tenia la bruja malvada en blanca nieves con la inmortal frase: “ espejito espejito dime quien es la más bonita de toda la comarca”. Y el espejo siempre decía “tu y solo tú”. Classic.

Cuando llegaba el invierno parecía una víctima de vampiros. Las chalinas torturaban su cuello de una manera sutil, y glamorosa. Usaba sombras bastantes marcadas, y las pestañas las elevaba hasta los dioses.  Sus risos los convertía en líneas rectas y en forma ordenada los encerraba en un moño dejando  descubierto cada partícula de su etéreo rostro.  Cada pisada, cada vez que sonaba el stiletto en el concreto, hacia música  que solo podía sonar bien en los oídos más lujuriosos. En los míos hacia una filarmónica exquisita, que llenaba de inspiración mis lienzos donde solo atinaba a trazarla entre brochas y acuarelas. Mi musa andaba siempre apresurada, por eso todo lo que conseguía de ella eran abstractos que terminaban observándome por todo mi estudio.

Su vida parecía aquella que toda chica quisiera tener.  Era una especie de envidia andante parlante. Que solo dirigía la palabra a aquellos que gozaban del privilegio de ser como ella. Parece que vivía en una portada de revista.  Tan frívola era su mirada hacia los no tan afortunados que irremediablemente caía en el saco del estereotipo de la mujer vanidosa. Yo no estoy muy seguro de eso. Mi depa  estaba a tres puertas del suyo. Vivíamos en el mismo edificio. Y digo vivíamos porque ella  ya no vive ahí.

Yo soy tan pragmático que solo bastaba la ducha para sentirme hermoso. Lo que estaba encima de mi piel me daba exactamente lo mismo. Tal vez por eso ella me miraba de reojo en el ascensor con cierto fruncido en los labios. Catástrofe.  Todo eso hasta aquel día en que sus llaves nuevamente se cayeron de sus torpes manos.  Y esta vez fueron las mías las cuales bajaron a recogerlas y  rozaron las suyas al mismo tiempo que nuestros cuerpos descendían con el ascensor.  Solo escuche un “gracias” y ya estaba como todos aquellos que se levantan con el pie derecho.  Salimos del edificio y yo siempre camino como si tuviera un cohete en el pantalón. Pero en ese momento alguien me llamo desde atrás.

“Tu vives a tres puertas de la mía”. El mundo hizo corto circuito y se detuvo en ese instante.

“Sí, yo vivo a tres …,si”. Dije y luego un silencio.

Pensé que sería el final de la plática más corta del planeta. Pero su sonrisa lleno de brillos mis pupilas y casi me mata de un paro cardiaco masivo total destructivo cuando siguió hablándome.

“Te invito unos tragos, mi casa, 9 en punto. Ya sabes donde vivo”.

Cerró su boca seguida de un guiño de esos de comercial de champú para mujeres.Mi aliento regreso a los 5 segundos. Luego ella desaparecía entre las tinieblas del  día de invierno.  Aparentemente mi día empezaba con muchas sorpresas y así fue hasta que termino.

Esa misma noche yo llegue tarde a mi casa. Todos los reportajes que se suponía enviarlos en 5 cinco días útiles a partir de mañana  se acortaron a uno. Y no tuve más remedio que gastar mis horas extras en terminarlos. Fue una larga jornada, pero todo seria recompensado. Pensé. La chica fashion me había invitado en persona con un guiño de más a su casa. ¡Por uno tragos! Obviamente tenía que alardear de esto con alguien. Eran las ocho con diez minutos me quedaban como mas de 45 para llegar a tiempo, y eso iba a suceder sin duda alguna. Pero antes baje un piso. Benja vivía en el departamento justo debajo de el de ella.  El era uno de esos tipos que esconden su timidez bajo sus ropas extra grandes. Y no habían pasado ni dos semanas que se mudo aquí. Yo le conocía de la universidad. Pero él, la abandono hace ya como tres meses. Pero aun así tuvimos una buena relación de amigos.

Estábamos en su depa, me invito algo de tartaleta de fresa, mi favorita, que su viejo había traído desde ayer en la noche. Luego saco una jarra con limonada. Y de tres hielos por vaso sirvió a ambos.

“En treinta minutos mas estaré aquí arriba” le dije con voz de idiota, solo para verlo reaccionar celoso. Pero cuando dije eso, su rostro cambio totalmente.

“ ¿Aquí arriba? ¿La chica que vive arriba?” dijo Benja con cara de desentendido. Yo me le quede mirando como quien piensa “ahhh a él también le gusta”.   No dije nada, deje que mi gesto hablara por mí.

“Ella no vive sola” – dijo Benja.

“Claro que no, vive con su viejo”- le dije en mi tono de que importa eso.

“Entonces sabes cómo vive” me dijo él con su voz de compasión.

El teléfono sonó interrumpiendo nuestra concentrada conversación. Y al ver que Benja tardo más de un minuto, pensé que tendría para más. Y de un manaso en la espalda le dije me voy.

Llegue apresurado a mi casa. Me cambie de ropa.  Tenía solo 10 minutos antes del plazo establecido por la chica fashion. Y era justamente eso un inconveniente mas. Ella era la “ chica fashion”. Tenía yo que ser igual de glamuroso por esa noche. Entonces me sumergí en  mi armario tratando de rescatar alguna cosa de mi naufragio de mal gusto.  Encontré unas camisas de Benetton y un par de jeans de Gap.  Y en mis pies nada más que unos lacoste.  Luego corrí hacia el espejo del recibidor, palpé mi quijada para sentir el áspero de mi afeitada. Todo estaba OK. Y Salí. No di ni dos pasos y ya me encontraba frente a su puerta, sobre su alfombra de “welcome”.  Ahí estaba mi dedo temblando frente al timbre a punto de hacerlo gritar…

“No eres más que una meretriz de mierda, me avergüenza ser tu padre” y PAFFFFF sonó a  continuación una bofetada que llego hasta mis oídos al otro lado de la puerta.

Me quede estupefacto. Mis ojos se abrieron a su máxima expresión. Y mi boca trago saliva y pude escucharla al caer por mi garganta. Baje el brazo con el dedo aguardando en su posición. Deje de respirar fuerte, me limpie el sudor con los puños. Sigiloso regrese a mi departamento.Cerré la puerta de tal forma que nadie me oyera. Y me quede ahí recostado sobre la madera inmóvil.  Con la mirada en el piso. No dure mucho en ese estado pues el ring ring del teléfono empezó y con eso me sacudió del shock. Era Benja.

“Todos los días escucho voces que se gritan sin cesar, y objetos que se rompen” – hablaba él.

“Benja…  yo… te llamo después”- le colgué.

Ring ringgggggggggggggggggg empezó mas fuerte, el condenado aparato, bendito Benja que me dejes en paz, pensé. Pero vi el detector de llamadas y el número marcado venia del edificio. Supuse que era ella. No conteste.

Al día siguiente hice lo mismo que todos los días. Baje solo por el ascensor, camine hacia afuera y estire mi mano para que algún taxi se apiade de mi tardanza.  Ella salió justo detrás de mí y me miro con cara de pocos amigos. Su gesto era serio lo pude sentir aun con esas gafas tamaño XXL de Armani que llevaba como solo ella sabe llevar. Se subió al taxi de atrás. Y vi como  se perdía entre el trafico. Desde ese día nunca la vi de la misa forma. Ya no la tenía en mi altar de culto a la belleza y la armonía.  La chica fashion vivía en la casa de los gritos, esa que siempre pensé que era la de al lado pero sin embargo era la que se encontraba  a tres puertas de la mía. 

#G
Anoche, Gercar lo dijo

Fotografía: Gercar PhotograG https://www.facebook.com/gercarphotograg?ref=hl


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