La suerte de vivir en un departamento, exactamente en un edificio. Es que si subes a lo más alto puedes ver el mundo como lo ve dios. No dios aquel que tú dices conocer, sino el verdadero creador. Ahora ando en el sur del hemisferio. Pero hace un mes deambulaba en el norte, y recuerdo que el cielo estaba más cerca, alcanzable, accesible, que si subía al rascacielos mas cercano sin duda me podía esparcir sobre él. Y volar una o dos vueltas a la tierra como lo haría Superman. Aunque en el sur todo es tropical. Puedo hundirme en el cálido infinito del océano. Y tocar la arena de lo más profundo que hay bajo la superficie, como lo haría Aquaman. Y luego abrir los ojos y descubrir que sigo trepando hacia lo más alto como lo haría Spiderman.
La ciudad es buena, pero no tanto como el campo. He ahí mi posible punto débil. Aquella área verde llena de altos pastos y espantapájaros que decoran el matorral. La luz es única, pero nada como la oscuridad para perder toda las formalidades. El universo es amplio pero sus fuerzas me minimizan. Caigo en trance y remó con mis pestañas hacia la oscuridad que me regalan los ojos cerrados. Contraigo todos los músculos, no le doy tregua al aire y empiezo a ahogarme en mi naufragio personal. Las inclemencias del mundo exterior pueden haber agotado mis reservas de paciencia. Mi manera de huir es dejando en mi lugar avatares que hagan de la suyas. Jugando con mi red social. Mi manera de escapar, es haciendo lo que mi diablo azul en el lado derecho de mi cabeza me susurra mientras el ángel rojo del otro lado me dice que por piedad me porte bien. Indudablemente saben quién gana esa contienda. Los instintos más absurdamente animales viven en la mayor parte de nuestro sistema, y brotan al exterior cual sudor, en forma de acciones que nos transforman en seres que nunca antes habíamos sido. Yo no me opongo.
Sigo en lo alto del rascacielos, contemplando todo como lo ves dios. Un dios que no es dios sino un ser creador. Que puso reglas que si podemos cumplir y no una sarta de mandamientos pisoteados por los “creyentes”. Yo hablo lo que no siento, siento lo que no hablo. Una vez que abro la boca todo queda desordenado, y es cuestión de tiempo para sacudir todos los escombros. Cada partícula de polvo me hace alérgico, cada pedazo de tierra me hace libre. Cada vez que se asoma uno a uno desde su horizonte los rayos, alumbran el camino más fácil. Dejando el más peligroso en manos de las criaturas góticas que toman la noche. Y Yo soy de vez en cuando una criatura de esa ciudad taciturna y tacita, sin embargo basta la luz amarilla y es señal de evacuar. De lo contrario batman me hace prisionero y termino amarrado en la puerta de cualquier delegación. Mi cordura hace acto de presencia y el telón debe de caer.
La vida… me rio de ella. Estoy enamorado de ella. Pero lamento haber abandonado mi “dark side” desde hace tiempo, días, meses, años… Pero como buen samaritano esta mi hambre de aventuras únicas en sus especie. Aquellas que no te llevan ni por el buen camino ni por el malo, sino por el perverso. Es una bulimia irremediable, donde llenas tu cabeza de rock, sex and drugs. Colmas tus pulmones del aire más nocivo, y te mandas un tour todo pagado a Júpiter. Valido hasta que la muerte los separe. No quiero sonar como un desequilibrado, ni como un mandril aprendiendo a civilizar. Pero que será de la vida cuando ya no haya vida. Que contare en el otro mundo de interesante. Si, allá, al otro lado del acantilado. Con que deleitare los oídos sedientos de crónicas cautivadoras. De memorias cargadas de moléculas fulminantes, donde cada travesura tiene un merito.
Estar en lo alto de este edificio que golpea las nubes, es intenso. Sigo mirando todo como lo haría dios, pero no él sino el otro, el que creó todo. Sigo estando allá arriba, mirando abajo. Sigo tratando de ver mi siguiente movimiento como lo haría Leono con su espada del augurio. Como lo haría una hechicera en su bola de cristal. O como un embustero en sus cartas dibujadas. Sigo buscando el pavimento mientras todas las hojas pasan unas tras otras buscando el final feliz de mi relato pero sin encontrarlo. Toda la vida es buena, por eso quiero hacer lo contrario. Solamente estoy tratando de dejarte monótona existencia errante. Estoy dándote dosis de riesgo, que te hacen falta. Para poder llegar a las tinieblas con las manos no vacías. Y convertir el tabú en una conversación cotidiana. Si termino en el abismo más profundo, solo tendrá un solo culpable. Mi diablo azul al lado de mi cabeza.
#G
Anoche, Gercar lo dijo
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