No toma mucho tiempo procesar la situación en la que te imaginas el día de tu muerte. Hay sangre? Dolor? Pánico? Terror? Quizás satisfacción, lagrimas? Tristeza? una agridulce felicidad?. No lo sé. Sigo vivo. Y quiero seguir estándolo siempre. En este segundo acto intentare recrear mi situación numero dos frente a un “arma”. Es paradójico, pues era más fácil que me cruzara un semáforo rojo y ser aplanado por algún taxi o bus. O que me pusieran alguna pepa en alguna bebida en algún bar de esos que abundan en el inframundo del viernes por las noches y sobre todo en la ciudad gris.
Era la madrugada del sábado, no necesito decirles que salí a de fiesta con mi amigo el viernes por la noche, eso se entiende desde que le digo a mi vieja que iré a estudiar finanzas a la casa de uno de los integrantes de mi grupo del trabajo final bla bla bla… y que quizás me quede hasta tarde así que necesito las llaves del auto para regresar a casa. Me vestí recatado para no levantar sospechas en la familia, todos estaban en la sala y yo me disponía a salir pero olvide rosearme un poco de perfume sobre la camisa y el cuello. Regrese, y no me gusto lo que el espejo me devolvió, un look bastante desalineado digno de un “no me caso”. Ah no, me cambie los jeans por unos con basta estrecha, y el impredecible salvavidas (al menos para mí) polo cuello V, simple pero clásico con un collar largo y negro se semillas bastante fachero, y para rematar una chaqueta o abrigo (no recuerdo que era).
Die me esperaba en la puerta de su casa cual puta, porque siempre se niega a ir por su cuenta. Y yo de buen people siempre lo recojo. Él siempre colabora con un trago así que fresco, no me hago paltas. Unos patas más y sus amigas nos esperaban en el bar. Pero el frio de esa noche recuerdo que era octubre del año pasado. Llegamos al antro, la cola redujo a una entrada vip especial que teníamos. Estaban todos en la barra, la tanda de shots nos dio la bienvenida y obviamente decirle no a un trago gratis es grosero. Adiós brevete y auto, hoy no manejo. Seguí en mi turno y me zampe con seco y volteado sin vuelto todas las rondas, bailé como un trompo, floté como un globo, giré como un ovni y vomité como un caño abierto a su máxima expresión. Me senté. Me paré, me tropecé, me reí. Las escaleras estaban dispuestas a hacerme compañía y no burlarse ni criticar mi condición de bulto. Resucité entre vasos de agua con hielos para ver el reloj. Entre todas esas escenas en blanco y negro que recuerdo veía en apagones luces que se prenden y apagan, empecé a componerme. Había viajado pero aterricé con los ojos ya no rojos y como una oleada se seco mi cabeza. Regresé con los muchachos todos seguían en su ritual.
A paso lento pero seguro me las ingenié para evadir a las personas, el bar esta insoportable lleno a más no poder. Entre tanto empujón y “permiso estoy pasando” “muévete!!!”, me encontré con mi vecino Harold. No sabía mucho de él , solo que vivía 10 pisos más arriba del mío. Siempre me lo andaba tropezando en el ascensor, y era como la escena de “13 going on 30” cuando la niña le dice a Jenna, “Porque me hablas?, siempre me ignoras…” bueno algo así. Nunca hablábamos, nunca siquiera nos saludamos, porque éramos desconocidos, pero resulta que coincidíamos en los mismos lugares del salvaje mundo de la noche juerguera limeña esos recontra tóxicos pero así es la gente, bruta. Y dos meses antes de ese viernes por fin nos dijimos hola, en unos de esos otros bares. Ya conocen la típica conversación: hola ,si, hola, que si vivimos en el mismo edifico, si que paja, si mostro no… silencio… y que tal?. ..bien… que paja… como te llamas… TAL… y tu?... TAL. …
Desde ese día el hola era hábito. Esa noche era también una coincidencia más. Me acerque a Harold lo salude y él se alejo de sus amigos y conversamos milisegundos sobre el clima y quizás sobre la fiesta. Estaba aun yo recobrándome del abismo del trago, así que no podía quedarme quieto ni mucho menos regresar tan tarde. Le dije solamente que cuando él decida irse me avisara y nos íbamos juntos. Y me dijo que sí.
Regrese a la pista de baile. Y me desparrame sobre ella, volví a tomar, volví a saltar, a girar, a cantar y gritar. Basta! dije a Die, son las 3am tengo que irme, tengo clases mañana y tengo parálisis en los pies quiero sentarme.... Me volví a tropezar con Harold y con mi mirada de zombi que quiere dormir, fueron sinónimos de “dime por favor que ya te vas”. Y me dijo: ya me voy, vamos?
De un beso volado me despedí de tutilimundi, entre tropiezos, cabes y mi coso o ticket para recoger mi chaqueta o abrigo (aun no se que era) salimos del bar atravesando la manada de losers que aun esperaban entrar. Curiosamente no había taxis a la vista, mi auto se lo había llevado Die porque yo no podía manejarlo. Caminamos cuesta arriba hasta llegar al ovalo y encontrar el móvil. Mi cabeza regreso a su sitio, entre risas le contaba a Harold los por menores de mi durísima noche y él se reía de compromiso pude notarlo. Yo era un pobre chibolo insensato e intrépido que no sabía tomar… supongo que eso pensaba su mente de 28 años, y yo recién en mis tiernos 20’s. Como era de esperarse mi fémur en complicidad de mis rodillas y tendones renunciaron a sostenerme en pie, y nuevamente sugerí a Harold que nos sentáramos en la silla de ahí (una que estaba en una calle de un solo sentido frente a un pizza hut) gente había, y seguía contándole mis tonterías y seguía escuchando y empezó a reír, aunque dijo algo que se volvería mi frase lapidaria “deberíamos irnos de aquí, es peligroso, vamos a sentarnos en otro lado”… “BAHHH que peligroso va ser, al frente hay gente comiendo y al otro lado gente esperando taxi, mas allá otros bares y discos llenos de gente… relaja... relaja la vena” le dije, y acto seguido….
“ TE VOY A MATAR CONCHeeTUMARee!!!!!!!!!!”- dijo un tipo que se paro frente a nosotros, el más absurdo momento, en eso lo sentí…. El dejavu más espeluznante salpico en la punta de mi cabello más lejano y recorrió hasta el dedo chiquito del pie. “Que carajos…” pensé. A quien se referia...Me hablaba a mí o Harold. Él (el loco) me miró y yo lo miraba y luego le devolví la mirada a Harold y Harold me devolvió la suya con cara de “te está hablando a ti no a mi”…
“TE voy a matar carajo, parate y pelea, parateeee!”,- el desconocido parecía salido de mis traumas escolares cuando me decían que me agarrara a trompadas con alguien y yo siempre arrugaba. Seguía gritándome a mí! solo a mí! Y me pateaba los zapatos en señal de obligarme a ponerme de pie y le retara. Pero eso jamás iba a suceder… hasta que dijo esas palabras negras que ya las había escuchado antes y juro por dios ( no creo en él pero por costumbre lo invoco) que jamás habría querido escucharlas nuevamente...
“Te voy a matar hijodepu… acá tengo una pistola (tocando su bolsillo derecho) .. Quieres ver? quieres verla!!!.- metió la mano a su bolsillo, y de la cual solo sacó aire, pero cuando hizo ese gesto de introducirse dentro del pantalón, pensé que mi vida había o estaba a punto de caducar. No era broma. Un tipo absolutamente drogado (estoy convencido que lo estaba), me estaba amenazando de muerte sin ninguna razón aparente. Que hice? A lo mejor también estaba en el bar y le vomite encima? No creo, se veía limpio, o quizás me conoce de otro lado.. o peor , lo mando alguien a acabar conmigo? No sé, no podía pensar nada. Todo estaba claro, quería acabar conmigo.
“Lárgate infeliz bastardo, llamare a la policía ahora mismo, Harold vámonos…”-dije, pero parecía que las aguas iban dejando de agitarse, aparentemente el problema se alejaba, un tipo que venía con el loco trataba de llevárselo, pero…
“AHORA SI CONCHeTUMarE, TE VOY A ASESINAR MIERDA”- el loco regreso como un rayo a la velocidad luz y de un solo acto me levanto de la chaqueta o abrigo (aun no se que era) y tenía mis pies colgando y su cara de yunque frente a la mía, no tenía pinta de malandrín ni de cholo ratero. Al contrario, era un chico bien vestido y con apariencia de joven rico con problemas.
Me zafé de sus puños, lo empuje a escasos centímetros de mí, y le dije que ahora si llamare a ese policía que está en la esquina. Su amigo reaccionó y le dijo “ya huevon vámonos, ya fue”y lo llevaba del brazo. Pero el infeliz regreso y me miro directamente como si me fuera a matar con mal de ojo. Y la cereza en el helado para terminar con este sin sabor fue que me dijo la excusa más patética: “ tienes un sol?!...Dame un sol (moneda peruana)” - ...que tal ostra...
“¿? estas mal. Lárgate”. – y finalmente en efecto niebla se perdió entre los demás. Mi melodramático rol se resumía en ese momento a decirle a Harold (él estuvo sentado a mi costado en todo momento) “ahora si vámonos!!!”.
Entre desconcierto y risa nerviosa y a la vez estúpida, me ponía a repasar versión tras versión mientras Harold paraba el taxi y nos subíamos rumbo al edificio.
Que hice mal esa noche. “¿Esto realmente ha pasado?” le decía a Harold, ¿En qué momento el mundo se trastornó?” “¿En qué momento cruce el espejo?” “no es lo primera vez que me amenazan de muerte. De hecho es la segunda vez con una pistola fantasma (en ninguna ocasión vi alguna)”. Harold se reía y a la vez se compadecía, y como quien le dice a un perro “buen chico” el me decía “calmate, ya paso”, pero lo peor que me pudo decir, (tengo que admitir que me lleno de ris fue: … “Te dije que no nos sentáramos ahí” ¬¬.
Solo me queda decir que, llegamos al edificio, el se fue a su casa yo a la mía. El auto estaba en el estacionamiento (buen trabajo Die). Yo estaba parqueado en mi cama con la cara petrificada. Como diría Alanis “isn’t it ironic… dont you think?” Dos veces, en el mismo año, la misma arma, el mismo blanco, diferente escenario, será que tenia los días contados? Espero que no.., aun no conozco París ni Rusia ni Egipto. Y antes de quedarme dormido, solo pensaba: “POR FAVOR que a la tercera no sea la vencida”.
#G
Anoche, Gercar lo dijo