Medio inconsciente aun con las piernas destruidas las pupilas irritadas el cutis graso y mis pestañas cubriéndome de los primeros acordes cegadores del sol del primer día del último año del planeta tierra. Así de perro me desperté en la habitación de un hotel. Pero no hay que alarmarse, no estaba en la tina calato ni mucho menos ésta estaba llena de hielos ni el espejo con lápiz labial dictando algo parecido a un epitafio, aun tenía mis riñones y estaba vestido.
Horas antes…
Las doce uvas esperaban pacientes y angustiadas en la canasta, los vasos olían a nuevo, las copas que estuvieron empolvadas durante 360 días, finalmente fueron profanadas de las alacenas para dar paso al brindis. Las calles estaban desnudas, todo el mundo estaba en sus casas o a cientos de kilómetros Lima a bajo, o en algún rincón del planeta preparando la lengua para el exceso del año. La última fiesta estaba dictada en todo idioma en toda religión, no había cabida para la timidez. Era vivir o no vivir la noche.
El vapor de la ducha recibía mi cuerpo en toallas mientras en un mal ademan la navaja hizo un tajo casi quirúrgico al lunar de mi barbilla, ensangrentado aun termine de peinarme con kilos de gel en los cerquillos, la camisa estaba arrugas-free. Los zapatos al pie de la cama, las joyas de la suerte sobre la mesa al lado del celular terminando de recargar energías para una noche larga y complicada. La billetera también estaba bien alimentada. Pasaron mis amigos por mí a las 11.30 pm con treinta minutos de anticipación para el final de un 2011 que de lejos ha sido uno de los mejores años, ever. Que puedo decir, hice amigos increíbles, hice un viaje sin precedentes, gané un premio (primer lugar, bitches), termine mi carrera como administrador, tuve buenos polvos de diferentes colores y sabores; mis mejores amigos aun lo eran y mi familia aun estaba conmigo. Y quizás hay muchos más, y definitivamente hubo cosas total-masiva destructivas. Pero salte más alto que Mario Bross y llegue a la meta saliendo de esa isla plagada de fenómenos.
Era cuestión de minutos para repasar la lista mental de deseos inteligentes. Y digo así, porque en versiones anteriores de 31 de diciembres, pedí siempre la misma cojudez o cosas mundanas banales estúpidas, milagros que solo alimentaban mi sedentarismo de que me llegue todo a la mano. Llegada la hora pretendo repetirme los 12 deseos (sin comer las uvas porque me parecen toxicas y puedo asfixiarme en mi afán de digerirlas todas mientras todos huyen de si para darse el saludo).
Proféticamente hablando sentía que aquella noche debí haberme quedado en casa. Lo oí en mis canciones y lo ví en las cosas diarias, algo iba a pasar. Bueno o malo, no lo sabía pero algo que me iba a dejar un sin sabor que se quemaría a fuego lento esa noche. Pero conociendo mis inhibiciones sabía que mi alma sublevada me torcería el brazo y me llevaría a patadas a esa fiesta. Y ahí estábamos mis amigos y yo, nos recibieron con un proyecto de ángel caído partido en dos en la puerta que repartía a diestra y siniestra una leve dosis de veneno de víbora. Un shot en pequeñas porciones para asimilar la entrada al inframundo. El tema: “el final de los tiempos”.
La primera ronda a base de licores suaves. Luego fueron creciendo mis ánimos, después de todo fiesta es fiesta y aunque prefería estar en Montañitas, Cusco o (sin ser soñador) Ibiza, estaba ahí y ni modo, ahí me tengo que quedar. Faltaban segundos para la nueva vida, mi hígado se volvió reacio y huérfano, recibía las donaciones de champan que solidariamente puse en mi boca para aumentar las células entusiastas. Y llegó … 10, 9, 8, 7, 6 (There's a countdown waiting for me to erupt…) 5, 4, 3, 2, 1… its 2012 Bitch.
Nostradamus tenía razón, el mundo estará colapsando. Se corrían rumores que el todo llegaba a su fin en diciembre de este año nuevo. Pero nada más macabro como apocalíptico que mi consciente extraviado. Ya no estaba ahí. Mi cuerpo se quedo de largo celebrando con desconocidos mientras que YO, no recordé nada excepto severos flashbacks que explotaban en mis ojos cuando los cerraba con fuerza la mañana siguiente…
Luego de las 12, las únicas palabra que repetí mil veces, fue “me trae más champan, por favor” y cuando acabo no quedaba más remedio que acercarme al mozo, y pedir por un vodka, y estaba esta chica empujándome con su busto prologando, la arrime y pedí dos tragos uno para mí y el otro para ella. “Una chica tan linda no debe gritar para que se le complazca” le dije todo un galanaso… ( me rio).
Terminamos la ración y reanudamos en una segunda ronda. Palabra tras palabras las mojábamos con la copa llena, nos reíamos y nos compadecíamos, de nuestras desdichas, sobre todo ella, que tenía una cruz en su hombro. Seguimos por la pista de baile, a viva voz competíamos por el maíz que el DJ nos aventaba y recepcionamos todas. Seguidamente salimos a la terraza con sus ferverosos amigos (los míos estaban a salvo por ahí en algún lado) no es que sea mal amigo, me gusta entablar contacto con nuevas especies fuera de este mundo, siempre he sabido que conocer personas para después no volverlas a ver nunca más es la mejor medicina para una noche que necesita algún inyectable con alto contenido de emociones desconocidas, como archivar expedientes equis. Su amiga me cayó súper duper, y sin acordarme como… estuvimos invocando a Janis Joplin tomando pedazos de su corazón en sus canciones, la conversación se torno artística, mas amigos seguían anclándose en nuestro puerto de mareas embriagantes, como reclutando adeptos en un círculo vicioso-conversador, risas mucho alcohol. El orégano hidropónico* no era ajeno al festín, las sustancias psicoactivas hacían erupción y habían damnificados, everywhere. Y yo tenía que ir al baño en algún momento de la noche y así lo hice…
“Está ocupado” escuché, de este modo estuve paciente al lado de la puerta en una cola de a dos, y la otra persona me decía “hay un baño arriba” y yo “ok” ,subí. Tras de mí una sombra que no era mía se aproximaba y yo seguí. Encontré el baño de repuesto, cuando cerré la puerta éramos dos adentro, y sin saber cómo, ni porqué estábamos en la ducha sin agua mojados de unos besos desconocidos, con sabor a maracuyá, (sour, sin duda).
Mis amigos estaban barajeados y repartidos por todas lados, como juguetes en el cuarto de un niño. Muriendo de risa y de bebidos, bailando, conociendo, y yo bajaba las escaleras cauteloso de no ser sospechoso. Me estaba acercando a Dave, mi amigo pero unas uñas violeta-neón, se clavaron en mi brazo y me llevaron a la pista. La misma chica de horas antes seguía ahí tratando de hacerme sentir como el único chico en el mundo, y funcionaba; la pasaba bien con ella y sus amigos. Y el baño volvió a estar frente a mí, en la cola no había nadie solo yo y otro beso. Pero este beso me gusto, y lo mantuve cerca hasta lo último que recuerdo.
El nombre realmente no lo recuerdo, y me odio a mi mismo porque quisiera recordarlo. Solo tengo la sonrisa cada vez que me esfuerzo en traer algo de esa noche. Bailamos hasta que el mundo se acabara, en este caso, la noche nueva la primera madrugada del año. Y lo había decido yo tenía que irme con esta persona a ver las primeras olas de la costa. Era un género de común denominador y sentía que por primera vez una good people, me había tocado. Terminamos la última pieza porque nuevamente el baño me llamaba, y sucedió, nuevamente me tomaron de la mano y al reaccionar estaba dentro de un taxi. Mis amigos se habían marchado con el viento, good people estaba adentro esperando por mi regreso. Me quede dormido levemente en un periodo corto de tiempo, abro los ojos y estaba frente a una asiática con lentes y acento fuertaso que demandaba por mi documento… ¿estaba en la comisaria? Se lo enseñe como una evidencia o algo así y volví a cerrar los ojos, me faltaba el suelo y tropezaba constantemente, me desordenaba los pasos yo mismo y de la otra persona podía oler su perfume pero no saber más. Subimos por el ascensor y penseque era el de mi edificio, pero la puerta que abrí no era mi casa, era otro hogar, un hogar de nadie.
Plumas y plumas en el aire caliente, me causaban alergia, pero aun así me desvestí, la otra persona me sometió a sus caprichos y yo quería estar a sus pies. Pensé que tal vez era good people, going bad. Pero desde los primeros tiempos estaba escrito que no era good people era alguien totalmente diferente. De repente lo vi todo claro. Ese olor era el del baño al cual subí la primera vez que fui al baño, en la ducha sin agua, era la misma piel la que estaba rozando conmigo. Pero no discutí, bienvenido 2012, bienvenido con todo…
Era el inicio del fin. De regreso a mi casa estaba pegado a la ventanilla del taxi, los primeros rayos del sol parecían una sinfonía hermosa, y me quede ciego. Era el principio de algo que no se alcanzaba a ver en que terminaría. Una palabra: excesos. Segunda palabra: besos anónimos y tercera : good people, quien eres… se te volverá a ver, solo recuerdo su sonrisa, solo eso , de la nariz para abajo y el cuello para arriba es lo único que viene a mi mente. Y lástima que no pueda volver a pasar, porque esa noche fue la última del mundo, no habrá otra a menos que el calendario Malla este equivocado, lo cual creo que es posible. No hay prisas, lo que abundaba antes eran profetas, y el final no está escrito al menos no en mi papel.
#G
Anoche, Gercar lo dijo
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