Post guerra todo está más claro, todo está tan dañado que ya nada puede ser más dañado. Ya no duele ni un solo hueso, están curtidos. Así de repente todo indicio de niñez se esfumo, porque no hay espacio para algodones de azúcar en un campo de batalla minado hasta la coronilla. Como aire fresco la cara se despeja de todas esas tonterías de cassette descompuesto que se repiten y traban una y otra vez sobre lo ya pensado. No es necesario hacer planes de cómo cambiar. Es mejor cambiar con el dolor de tu corazón, pensar dos veces antes decir algo, antes de hacer, antes de pensar algo. Sino la bomba te explota en la cara y regresas a casa con tus extremidades colgadas y sangrientas.
Cuando te mudas de tu hogar de siempre a una casa nueva. Aunque los muebles los traslades y la decores igual que la anterior, sigue siendo totalmente nueva. El proceso de acostumbrarse es lento pero si conlleva a un nivel de bienestar satisfactorio, vale la pena cada gota de sudor. Pero es la gota gorda, se me hace complicado seguir un plan. Es como hacer dieta los jueves y comer pizza los viernes en la noche, totalmente absurdo.
Hace poco cumplí 23 años. Y cada año nuevo pienso que he cambiado, pero cuando cometo un nuevo error, me doy cuenta que es el mismo. Mi capacidad de enmendar las cosas funciona cuando le conviene, cuando teme al karma como una gran escoba a barrer los desechos de mí. En la víspera de mi cumpleaños pasado, eran las 11.20 pm, y como no había nadie en casa. Salí velozmente en busca de algo, pero en realidad no buscaba nada en concreto solo algo que llegara a mí como por arte de magia para despeinar mi supuesto mundo. Camine desde mi casa hasta el malecón de Miraflores y no había respuesta en la vereda ni en la precisa luna llena que me regalo por adelantado el cosmos, haciéndome sentir en niveles pequeños que soy especial.
Pensaba en todo lo grotesco que soy comparado a todo lo bueno. Y la balanza tenía su lado favorito. Era malo, soy malo. No pretendo ser bueno, santo, ángel. Pero solo quiero hacer las cosas que mis amigos hacen. No soy un buen amigo, soy el peor. Ya se acababan los minutos para empezar mi cumpleaños y no encontraba respuestas ni cambios en función automático. Es más contribuí a mi maldad, le di la razón, le entendí por momentos. Los malos somos el balance perfecto, sin malos no habría buenos, porque si no hubiera malos, no sabríamos quienes son los buenos, no existiría lo bueno… quizás estaba perdiendo la razón. Quizás estaba a punto de cometer una locura quizás me negaba a seguir cumpliendo años, años en vano.
De repente se tropezó delante mío una respuesta como segundo regalo de cumpleaños, alguien que no era mi amigo pero actuó como uno, me lo encontré mientras caminaba y le dije que me acompañara a comer algo. Mientras al mismo tiempo para sentirme único ese día ordinario le mencione que mi cumple era dentro de 13 minutos y la cuenta regresiva empezaba, llegaron las doce y fue el único que me abrazo, porque nadie lo iba hacer, porque estaba deambulando solo por las calles esperando una respuesta a como debía seguir un plan para que todo marche bien. Pensé que las 12 la pasaría llorando bajo el puente había una serpiente… pero me ofrecieron a alguien para que me saque de los pelos de lado oscuro.
Luego fuimos al bar de siempre. Pusieron mi canción favorita, la baile como loco, tome un apple martini , era todo lo que quería en ese momento, tomar ese trago. Conocí gente, me olvide que minutos antes estaba llorando. Me olvide que todo lo malo se vuelve tan insignificante cuando estas rodeado de cosas que te gustan, y aunque no duran toda la vida son momentos. La felicidad esta en pedacitos y al final de todos los tiempos ensamblarlos te dan la respuesta. Hacer lo que quieres. Eso era. Nada más. Solo tenía que hacer lo quiero, no hacer lo que mama quiere ni lo que el jefe diga, sino lo que uno quiere. Tengo que moverme. Tengo que dejar mi sedentarismo y ejercitar todos mis músculos dormidos en un cardio de gimnasio sin break.
Evidentemente los momentos bonitos están de la mano de por vida, en un matrimonio insufrible con los malos momentos. Ambos son la vida misma. Ambos te ponen a prueba, odio esas pruebas, siempre repruebo como un burro. Pero cuando estudio y aprendo la lección se siente como desde el fondo de tu diafragma exhala un aire reconfortante, que le quita todas las venitas rojas a los ojos, y los hace de diamante.
Desde el momento en que me conocí todo fue distinto. Antes yo era de una forma y nunca pensé que algo podría cambiar al punto de descomponerse tanto que ya no puede regresar a la forma original, como cubo de rubik, es sumamente difícil hallar la forma original nuevamente. Pero nos encanta destruir. Soy masoquista, aun sabiendo que mis colores podrían no ser UNO nuevamente, seguí entreverándolos hasta perder el camino de regreso. Entonces era oficial, ya no sabía quién era. Me había perdido. Era un ser humano totalmente mutado y mutilado, un androide. Me programaba yo mismo para hacer ciertas cosas. Y me apaga cuando no sabia que hacer. Volver a conocerme fue la chamba mas hardcore. Era el trabajo de un arqueólogo tomar una pala y un pico y escarbar en la antigüedad para buscar el origen. Era ese mi nuevo empleo, desempolvar mis reliquias que deje bajo mi tumba, bajo el lodo bajo y la tierra. Y es que mí alrededor evoluciono por completo. Era un ovni, que orbita tierras nuevas y desconocidas, y no lo sabía. Hasta que años después recibí la llamada de mi cuartel, exigiendo ordenes de regresar a casa. Y eso hice aquella noche de cuando empezaba mi cumpleaños número 23, regrese a casa, abrace a mi madre, ella olvido que era mi cumple ( no me deprimí) porque mi hermanos cayó en fiebre y existen prioridades, a la mañana siguiente me abrazo fuertemente y me dijo : “ojala esta vez sí madures” era todo lo que necesitaba escuchar. Y me regaló un perfume de Carolina Herrera que lo uso con recelo. En el día me sentí hombre nuevo. Tenía un brunch envidiablemente delicioso esperando por mí. Para dos personas. La otra persona estaba pensada desde hace tiempo ser alguien especial… pero no lo fue, ese es otro cuento… se los contare después.
Acabó mi cumple luego de una fiesta, amigos cercanos solamente, fieles devotos de mis locuras y poliglotas al entender todos mis diferentes estados de ánimos repentinos que azoto sobre ellos. Excesos en alcohol me llevaron a lugares más picantes, pero salí ileso y realizado. Los demás días pasaron como siempre, nada novedoso. Pero yo estaba con un plan, por fin había conseguido uno. Ya no era “cambiar” mi verbo favorito, ahora lo era HACER. Mis obras hablaran por sí mismas cuando estén terminadas. Mi lista mental de deseos de año nuevo se convirtió en propósitos y deudas por pagar, y las estoy asumiendo. Será arduamente trabajoso, pero madurar esta a la vuelta de la esquina esperando por mí. Y quiero que cuando pase deje rastro como pinturas rupestres en cavernas futuristas. Aun tengo más reliquias que desempolvar pero antes un comercial y regreso…
#G
Anoche, Gercar lo dijo
Fotografía: Gercar PhotograG https://www.facebook.com/gercarphotograg?ref=hl
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