En la puerta de mi casa,
siempre dejan la correspondencia, la revistas del mes, publicidad innecesaria,
recibos, y también la carta color púrpura. La empleada sabe que esa colorida,
es para mí y me la deja en mi habitación sobre la mesa de noche. Esta es la
tercera.
La primera fue hace dos
semanas atrás, un lunes por la mañana, la encontré personalmente cuando salía de
mi casa. La leí en el taxi mientras iba al trabajo. Era un anónimo, “se quién
eres” con un corazón al final. Mi corazón latió de alegría y emoción. Que buen
detalle, pensé. Sin duda tenía que ser él.
Hace dos días, el domingo
en la madrugada, en el cumpleaños de un buen amigo mío, conocí a este chico,
que parece que tenía flotando sobre el hashtag #chicoperfecto, y sentí mariposas,
palomas y cóndores volando en mi estómago.
Parece que llegó con otras personas
que no eran allegados a los amigos que conozco. Nos presentaron y no dejamos de
conversar. Al final de la fiesta me acompaño hasta mi casa, y nos dimos un
beso.
Me pidió mi teléfono y
luego se fue. Mi amiga que nos vio en la fiesta me contó que se le notaba muy interesado
en mí, y yo obviamente con la expectativa al tope, le conté todo sobre la carta
purpura. “Creo que le gusto” fue mi veredicto.
Al cabo de una semana, no
quise ser de las personas que buscan inmediatamente noticias sobre alguien.
Deje que todo siguiera su curso. A la siguiente semana llegó una segunda carta
púrpura a mi puerta, con tantas cosas en mi cabeza, no leí hasta tres días después:
“Me gustas…”
Nuevamente mi corazón se aceleró
como un ratón corriendo sobre una rueda enjaulado en un laboratorio. Intente llamar a mi amiga, pero no me contesto,
y con todo el trabajo encima, no pude contarle nada. Lo raro es que el chico no
me escribía por el teléfono ni me citaba…Seguro estaba generando intriga y
expectativa, con esa forma vintage de hacerme saber que le gusto.
¿Quién envía cartas ahora?
nadie. El hecho de que se tome tiempo en hacerlas y enviarlas hasta mi casa, es
buena señal, de que probablemente este chico es ideal, lo que estaba buscando sin
buscarlo. Lo que llego sin querer y de sorpresa, ¡Como sus cartas púrpuras!
Han pasado dos semanas
desde la fiesta, y una semana desde que le conté sobre la primera carta a mi amiga, hoy nos citamos en un café para
ponernos al día y chismear; por supuesto que el chico de las cartas púrpura
estaba agendado como tema principal en la conversación.
Mi amiga llegó antes que
yo y me tenía listo un late venti, Se veía emocionada, me conto sobre su nuevo
trabajo, estaba feliz. Y yo también, se notaba mucho en mis ojos, dijo ella. Abrí
el morral y saque la carta púrpura número tres. Mi sonrisa fue creciendo. “Que es eso” dijo ella intrigada. Y empecé a
contarle sobre el chico que conocí en la fiesta de Toño y las cartas que me había
enviado.
Emocionada al igual que yo,
gritó “¡Ábrela!”, refiriéndose a la carta. Yo aún no la leía, la recogí en la
mañana de mi mesa de noche y no tuve tiempo hasta ahora.
Rompí el sello, y saque el
papel. Mi amiga se acercó para leer juntos el contenido. Pero estaba en blanco.
Me desconcertó un poco, y no tenía sentido. ¿Será parte de su estrategia?
Mi amiga y yo seguíamos hablando,
hasta que llegó otra amiga que también estaba en la fiesta. Ella trabaja cerca
al café donde estábamos y entro de casualidad no esperábamos encontrarla.
“Clau!” le gritamos, para
que pudiera vernos. Claudia desconcertada, voltea y al vernos emocionada se acercó a nosotros casi corriendo de
puntitas con sus tacos ruidosos. “Que coincidencia!” gritamos a la vez los
tres.
Mi amiga, empezó a contarle
a Clau, sobre las cartas púrpuras y le pregunto si conocía al chico que me
acompaño ese día a mi casa.
Yo sospechaba que él y la
persona quien enviaba las cartas, se trataba de la misma persona. Esa noche
conmigo fue increíble y por supuesto ese beso significaba un “continuará…”
Clau, echo un suspiro, y
cerró los ojos, al abrirlos tenían una expresión lamentable. “No sabe, mi primo
es amigo de sus amigos, él murió hace 3 semanas”…
“Al día siguiente de la
fiesta apareció su cadáver en una calle. Víctima de un asalto.” Contaba Clau.
“Que peligrosa se ha convertido
Lima” dijo mi amiga. Yo estaba en shock. Entendí muchas cosas, como por ejemplo
porque no me llamo, ni me escribió después de esa noche. Y que la cartas eran
su manera old school, de comunicarse conmigo.
Me sentí como un tremendo estúpido. Me sentí muy especial como parecer verdad.
Clau se despidió, y también
mi amiga. Cada una se subió a un taxi diferente. Yo espere otro para ir a mi
casa. Me dejó a dos cuadras para que no tenga que demorarse en dar la vuelta,
debido a que la calle de mi cuadra no tiene salida solo entrada.
Camine hasta mi casa, nadie
abría la puerta. Tuve que buscar la llave para poder entrar, casi nunca la uso,
siempre hay alguien en casa para abrir la puerta. Cuando pude abrirla, ahí estaba,
sola y más purpura que nunca, otra carta. Desconcertante para mí. Quien podría ser…
ahora si mataba la curiosidad y me cubrió de intrigas.
La lleve a mi cuarto y la abrí
con desesperación. No se escuchaba ruidos ni nada. Al parecer todavía no
llegaban mis hermanos y mis papas siguen en el club. La carta estaba doblada muchas
veces, empecé a sentir una angustia inexplicable a la altura de la garganta
donde se forma el nudo, demore en abrirla, finalmente encontré las letras, y no pude
emitir ni un solo sonido, la boca se me seco, los ojos se me aterraron, me quede
inmóvil, la tinta estaba fresca y chorreaba hasta mis manos,
“Estoy detrás de tí…”
Gercar lo dijo