jueves, 31 de diciembre de 2015

ALGUNOS VERSOS DE MEDIANOCHE




Se acerca el año nuevo y aquí un pequeño poema.

Aun faltan para las doce
pero estamos a la espera
siempre dejando todo para el final

Algunos son como el lechón de la cena
Sacrificándose para que otros sean feliz 
Y en realidad son mas pavos que lechones
No son apreciados


Algunos son como las luces de Navidad 
solo brillan unas cuantas horas 
llaman la atención y son las estrellas 
cuando llega el día se apagan como si el telón cayera 

Algunos son como los fuegos artificiales 
esperando el momento adecuado
para explotar por los aires 
y brillar más que nunca 

Algunos son como el muñeco de año nuevo
merece arder hasta las cenizas
quedarse atrás con el resto del año
que se va 

Algunos deseos tendrás en la punta de la lengua
cuando suenen las doce campanadas
ten cuidado con lo que deseas
decía la abuela
porque los humanos nunca sabemos lo que queremos
solo apreciamos lo que teníamos cuando lo perdemos

Algunos han llegado a dejarme lecciones
no todas son aprendidas
a veces para entender
necesitamos rodearnos de mentiras
y desilusionarnos cuando nada es lo que parecía

Algunos han pagados todos sus karmas
otros aun estamos debiendo
si el año que viene es bueno
cuidado que te sorprenda mientras estas sonriendo

Algunos somos pesimistas
y ya no pedimos deseos
pero por experiencia te digo
que cuando todo esta lloviendo
al final siempre sale el sol

Gercar lo dijo 





miércoles, 30 de diciembre de 2015

EL DESEO DE CADA AÑO



Ayer me escribes que mañana te vas que vas a dar un paso al costado. Me dejas como zapato usado, luego de caminar y con las suelas destrozadas. Como un clavo desclavado por todo el peso que pones encima. En pocas palabras esa que me sienta como un abandonado.

Me has dejado un centenar de deudas sin pagar, sabiendo mi historial crediticio, sabes que karmas tengo hasta para regalar. No he aprendido mas que lo del año pasado. Ya es tiempo que me hagas reaccionar con un shock electrico. 

Te vas y me has premiado con varios regalos para sentirme agradecido. Que curioso que a veces lo que todo el mundo sueña, no es lo que uno desea. Y lo que uno mas quiere en el planeta, siempre se aleja  aunque lo tengas cerca, como una cometa. 

Así siento, que todo lo que quiero aun esta lejos y aveces pienso que debo dejar de desear eso, porque las veces que lo he tenido no se como tenerlo, no se como valorarlo. ¿Sera solo codicia? ¿Sera solo orgullo?

Estimado Año nuevo, mañana te vas y tenemos asuntos pendientes. Ya no tengo mas deseos que pedirte, porque nunca me has escuchado los años anteriores. Si puedes hacerme un lavado de cerebro, tienes mi autorización, dame la garantía y echa harta agua y jabón. Es hora de que piense objetivamente, y dejar que mis sueños se queden en mi almohada al amanecer.

Año viejo, he aprendido tus lecciones, pero otras se me van a olvidar. Creo que es hora de que seas mas duro conmigo, y me hagas aprender las cosas a la mala nuevamente. No seas condescendiente ni buena gente, ya es hora de que deje de esperar y empezar a resolver. 

No tengo doce, solo un deseo, es el mismo de cada año. Has que se cumpla. 

Gercar lo dijo 

miércoles, 16 de diciembre de 2015

EL CHICO DEL BUS #Capítulo4 : EL ALIENTO CONGELADO


Ya eran las 6 de la tarde otra vez, y tuve muchas ganas de ir caminando a mí casa e ignorar el bus. Mi cara se ponía roja solo de pasar por ese lugar, ahora escalofriante. El chico del bus cada vez se vuelve más real, tiene gruesa la voz y poca paciencia.

Después del almuerzo de hoy se me quito incluso el hambre de conocerlo. Colgó después de repetir insistentemente “Alo, quién es?! Quién es?! QUIEN ES?!” creo que estaba ocupado y le habíamos robado unos segundos de su tiempo y de su carácter.

Camine varias cuadras hasta el edificio donde trabaja una amiga que antes solía trabajar conmigo, para contarle la historia del chico de la mirada misteriosa que a la vez es el chico del bus. La espere en el lobby del primer piso mientras revisaba mis mensajes y redes. 

A veces, la vida imita al arte, o como se diga. Si en las películas de terror, ese momento en que el asesino sorprende a la víctima cuando menos se lo espera, se inspirara en sucesos reales algo así sería la historia de mi vida. De terror o algo muy similar a esa sensación cuando leí su mensaje…

“H: Hola, soy H.”

Mire a todos lados, como si me estuvieran acechando o haciéndome una broma. Buscando su cara pero no había. De espaldas también podría reconocerlo, pero nada. No estaba.

Al principio no entendí como es que esto estaba sucediendo. El número en el boleto del bus, fue algo que él me entrego, pero no recuerdo haberle dado el mío. Tuvo que ser Mía, fue ella. Lo que pudo haber pasado es que H le devolvió la llamada después, como ella le marco desde su celular… Seguramente está retrasada le dio mi número. Qué vergüenza. Ya no sé de qué color poner mi cara, el rojo ya se me gasto. 

Mire el ascensor y mi amiga no bajaba, empecé a conversar con H, y suena tan surreal decirlo. Antes solo eran miradas, miradas que hablaban con más intensidad y significado que una conversación. Ahora es turno de las palabras. ¿De qué podría conversar con él? No sé cómo empezar. Debería preguntarle cómo le fue en el trabajo?

Pero mis preguntas y preocupaciones se esfumaron tan apronto como llegaron, no era necesario pensar mucho. H tenía sentido del humor y era mágico, literal, lo era. No sé cómo, quizás tiene un sombrero y en lugar de  sacar conejos, él  podía sacar temas de conversación o trucos para atrapar mi atención.  Es un experto.

Mis dedos escriban lo equivalente a todo lo que escriben mis amigos en los grupos de conversación.  Pasaron más de treinta minutos, y mi amiga no bajaba. Le marque al celular y cuando me respondió se asombró que aun siguiera ahí, hace veinte minutos me había escrito que tenía mucho trabajo y no le era posible salir. Pero la conversación de H me saco del sistema solar y me llevo a otro espacio, me desconectó del resto.

Salí del edificio y comencé a caminar hasta el paradero más próximo. Empezaba a hacer frió nuevamente y como si la naturaleza quisiera verme en aprietos, empezó a llover. Corrí hasta el paradero que no estaba tan lejos, antes de que el bus me dejara, por suerte me senté en el ultimo asiento libre.  

Un detalle que no me había percatado era su foto al costado de su nombre, no había.  Y la razón era que no había guardado su número. Entre a la opción y comencé a escribir su nombre H _ _ _ _ _ , cuando pulsé “guardar” en segundos como el sol que sale en la mañana se asomó su foto…  

Era una selfie en el espejo de la cintura para arriba. Mis ojos se quedaron quietos un buen rato, gratamente idiotizado. Tiene seis cuadrados que adornan su zona abdominal y dos líneas oblicuas formando una V, que se deslizaban hasta donde mi imaginación quiere entrar y perderme sin cartas de despedidas ni fechas de regreso.

Su pecho tenía tres tatuajes, unas notas musicales que se deslizaban en un pentágrama que hacia música en mis ojos, y más abajo dos estrellas. Y no solo eso, estaba adornado de pecas que terminaron por enamorarme, se salpicaban desde sus hombros hasta  los brazos. Tuve usar el libro que  siempre llevo conmigo, y colocarlo entre mi entrepierna para que no se notara las consecuencias que mi pantalón padece ante las transformaciones que hace mi cuerpo y la sangre.

En ningún momento me escribió alguna insinuación, bueno, ni falta que hace con esa foto. No tardaría en hacerlo, estoy seguro. Lo que él, busca es sin duda lo mismo que mis pantalones están dibujando  en estos momentos. Lo deseo y mi desea. Ya está comprobado (el numero en el boleto del bus). En algún momento ha de suceder. Pero debería ponerme en jaque rápidamente o hacer este juego prologando hasta los tiempos extras y penales… Aunque,  puede ser que me meta auto gol si lo hago esperar… lo que si tengo claro es que dejare que H tome el primer paso.

Ya eran casi las 7:25, el tráfico está más que insoportable. Trate de leer un poco, ya no quise pender de mi celular, la última palabra la escribí yo y H no respondía, quizás estaba ocupado, y con carácter, como cuando Mía lo llamo.

Cerré la ventana de un solo golpe por el frió insoportable, tan insoportable como mi mal humor, detesto cuando ven mis mensajes y no responde. Faltaban dos paraderos para llegar al que se encuentra cerca de mi oficina, no pensé que me había alejado tanto para buscar a mi amiga.  Debe ser que el bus avanza como tortuga.

El bus se quedó un buen rato en uno de los paraderos esperando que más gente subiese, luego de unos minutos cerro las puertas ya estaba repleto de pasajeros.  Nadie más podía entrar ni colgado e la puerta. Empezaron a golpear fuerte las puertas para que se abrieran pero ya no se podía.  

“No pueden esperar el siguiente bus” pensé, evidentemente seguía un poco ardido de que me dejen en visto. Más callado que la H, literal. Intente abrir la ventana porque con tanta gente dentro empezaba a sentirse el ambiente cargado, pero la cerré tan fuerte que se atoro y no pude abrirla, comencé a forcejearla pero nada, y cuando vi a través del vidrio, reconocí sus lentes y su cabello, a pesar de que estaba mojado por la lluvia. ¡¿Era él?!  
Dentro de mí quería salir el grito “déjenlo subir” pero era imposible. Si! Si era él, era H!  de repente alzo la mirada y me vio, nos vimos, me quede helado, se sorprendió al igual que yo, y luego sonrió, sonreímos como dos niños haciendo travesuras. Sus labios comenzaron a moverse pero no se escuchaba nada, la ventana no se podía abrir aunque la golpeaba.

H me señalo su celular haciendo un gesto  indicando que su batería había muerto (Ahora entiendo porque no respondía mi mensaje, y yo enojándome). Quise bajarme (como Rose del bote salvavidas en Titanic, algo así).

Gracias a un amigo que sabe leer labios aprendí unos truquitos, H empezaba a decirme algo con los labios sin emitir sonido alguno. Al cabo de unos segundos no fue necesario descifrar sus labios porque comenzó a gritar (si a gritar!)

“Hey, hey!” decía esperando que paren el bus por él, (esta loco, pensé) El bus ya estaba distanciado de él, y sin importarle el lugar, ni el momento, ni el cómo, y ademas, al ver que ya no podía subir al bus, dijo lo que dentro de mí esperaba leer en sus mensajes, pero fue mejor escucharlo de su boca...

“Nos vemos mañana?!”

Esta loco, pero es esa dosis de locura que necesito en estos momentos. Yo moría por responderle, pero imposible por el celular y la ventana no abría. Sin embargo, el destino sabe hacer su trabajo muy bien y con la ayuda de la naturaleza crean los momentos indicados y son esos que están destinados a pasar…

El frío me ayudo a arrojar mi aliento congelado hacia el vidrio de la ventana hasta que esta se opacó. Y dibujé, solo bastaron dos movimientos de mi dedo índice para responderle;

“Si”

Continuara...

Gercar lo dijo  



lunes, 14 de diciembre de 2015

NO ME GUSTA TU NOVIO!


¿Qué? ¿Cómo has dicho?  ¿Qué yo que? Te dio un derrame o tu neurona ya no puede procesar sola. Sabes una cosa, anda a buscar drama a otra parte, entiéndelo y te lo digo en mayúsculas NO ME GUSTA TU NOVIO.

No es mi tipo y huele a marihuana barata, tiene rulos y se afeita dos veces por semestre. Su voz es tan ruidosa como el motor de un carro ochentero y se viste como vendedor de pulseras en algún lugar de Barranco.

No, querida, no es Bohemio, si no se baña y fuma todo el día tiene otro nombre. Pero más indignante es que digas a todos que yo te lo quiero quitar.  ¿Qué de bueno tiene? Según tu su acento enamora, a mí me da jaqueca cuando me habla al oído en las reuniones donde lo encuentro.

No es mi culpa que tengamos amigos en común, y que me llame en las madrugadas del sábado cuando tiene más alcohol que razonamiento en la cabeza. Lo dejas solo mil veces y quien sabe qué motivos le habrás dado. Mejor cuida a tu faldero antes que muerda a otros incautos. Si te hace cuernos es porque lo permites.

Deja de decir que todos se mueren por él, te vuelves insoportable. Podrá ser muy sexy para ti y hará malabares en tus sabanas, los mismos que hace en los semáforos. En verdad a nadie le importa que venga de la Patagonia o más abajo o que sea de intercambio. Nada lo hace atractivo para mí.

Y no me parece que juegues a la princesa de Disney, te haces muy digna pero la verdad es que resultas menos caperucita y más loba. Todos sabemos de qué pie cojeas y con quienes. En lugar de cuidar a un novio que no te quiere, mejor cuida un poco tu reputación. Que de eso solo te quedan dos silabas.

Deja de twitearlo dos veces al día y decirle a todo el mundo que te lo estoy quitando, me enfermas.
No tengo esos gustos. Eso es un ABSURDO, no es mi tipo no lo quiero. En lugar de dedicarme hashtags creativos, habla con él.

Es el quien me sigue en instagram y le pone corazones a mis fotos. No debería pero un día de estos te mando los snapchats subidos de tono que me envía. Voy a tomarle un screenshot a sus llamadas de las madrugadas para la publiques en tu blog.

En buena onda amiga, deja de inventarte cosas y no te cierres los ojos ante la evidencia. Ese loco no te respeta y anda detrás de quien le de cuerda. No me interesa, quédate en paz. Solamente no me metas en tus telenovelas. Yo tengo el mío y no busco otro.

Gercar lo dijo 



domingo, 29 de noviembre de 2015

EL CHICO DEL BUS #Capitulo3 EL OTRO CHICO EN EL BUS


Me desperté dos minutos antes de que suene la alarma, uno de esos momentos en que no quiero despertar, por dos razones; la primera tengo sueño, la segunda quiero seguir soñando con el chico misterioso del bus. Pero ese, no era un sueño, al apagar la alarma, justo debajo del celular, observé el boleto del bus con los números, y la misteriosa letra H.   

Mientras en la ducha el agua se llevaba el resto de sueño, mi cabeza no dejaba de pensar en lo que paso y en las opciones de la H. Debe ser su nombre. Muda, como mi lengua cuando me entrego el papel. Complicada letra, aunque no hay muchos nombres. #tuttifrutti

Llegue al paradero de mi casa, la mañana era hermosa, el sol secó casi toda la lluvia de ayer, incluyendo mis babas de la emoción. El bus llegó rápido y subí de inmediato. Saque mi libro y fui directo a la página en que deje el separador y empecé a leer o  al menos lo intente, todo lo que leía era pura H. Este bus, que me lleva al trabajo, no es el mismo que uso cuando regreso a casa, por ello el chico de la letra H no lo encontraría a esa hora y en esa ruta, solo al regreso, cuando yo decidía tomar la otra línea del bus que pasaban más seguido.   

Por fin pude concentrarme un poco en mi lectura, pero volví a distraerme cuando lo vi subir al bus, en el paradero que sigue al mío. No cabe duda que es él. Sigue igual de lindo que hace años, me pregunto cuántos años han pasado ¿12 años? Wow, eso suena mucho tiempo y yo apenas tengo 26. Si mal no recuerdo, yo estaba en segundo de secundaria y él (el chico que acaba de subir al bus) estaba en el último grado.

Se sentó en el asiento frente al mío, lo vi de reojo. Me observo un buen rato “¿Me reconoce? No puede ser. Eso paso hace tanto tiempo…” Me sentí extrañamente avergonzado. Finalmente sonrió, y me saludo “Hola!” con un gesto de mano. Le devolví el saludo, saliendo de mi asombro. Fue un saludo cordial de dos personas que iban al mismo colegio.

Ay el colegio… es el último lugar a donde regresaría. Pero no todo fue tan malo, hubieron momentos divertidos y que marcaron, como por ejemplo, cuando conocí al chico que saludé hace un momento, no sé si sabe mi nombre, pero yo si me acuerdo el suyo perfectamente, A (así lo llamaremos, otro letra).

A y yo nunca fuimos amigos ni nada que se le parezca. Él era el chico popular, guapo y amigo de todos, y yo era el outsider, low profile y, en español, un cero a la izquierda. Entonces ¿Cómo es que nos conocemos? Solo hablamos una vez, cuando me pregunto por una amiga…

Todo comenzó cuando lo vi por primera vez; yo subía las escaleras como loco para llegar a clase de literatura, ya era tarde, pero quizás llegaba antes que el profesor. Mientras A bajaba, al igual que yo, a toda velocidad, y como un cliché de telenovela mexicana, chocamos como dos buses limeños, y casi caigo, si no fuera que A me agarro del brazo y me ayudo a recuperar el equilibrio. “Disculpa, no te vi” (las ventajas de ser invisible) y se fue.  

Nunca lo había visto antes, desde ese momento, lo vi en todas partes, cafetería, patio, biblioteca, en el baño… Hasta que un día lo vi con su novia, la chica popular (obviamente) y sus amigos, los chicos y chicas más lindos y estúpidos.

Pero A no era como ellos. No quiero que esta historia suene como el cliché épico escolar. Así que saltare a la parte más importante. Una amiga de A, que iba en el mismo bus escolar que yo, era buena conmigo, siempre conversábamos. Un día le pregunte por él, y me conto muchas cosas buenas de él, aunque no parezca por la gente con la que es amigo, y la insoportable enamorada.

“Yo tengo una amiga que le gusta, se muere por conocerlo…”, le dije. “Si me dices quien es, se lo puedo presentar” respondió ella, en un tono de voz pícaro, con toda la astucia y certeza de saber que esa amiga no era real. Yo no me di cuenta de nada y seguí mintiendo: “No!!, ella es muy tímida, se moriría de la vergüenza solo de acercarse”. Dicen que las hadas madrinas solo existen en los cuentos. Ella sonrió aún más y dijo (como palabras mágicas) “Entonces que lo llame”… Arrancó un pedazo de papel de su cuaderno, y (con su varita mágica que era un lapicero Faber Castell) anotó el número y el nombre completo de A; me lo entrego “Dáselo a… tu amiga”… En ese tiempo no existían redes sociales, ni teléfonos inteligentes, ni nada útil para contactarse con alguien. La única forma de hacerlo era llamando a su casa, lo cual era muy comprometedor y, digamos, era algo muy privado.

El bus freno fuertemente y desperté de ese recuerdo de colegio, A ya había bajado del bus y ni cuenta me di. No se despidió tampoco. Llegue al paradero cerca de mi oficina, recordé tantas cosas de la secundaria, que llame a una amiga del colegio para que almorcemos.

No pude evitar comparar ambas historias. Números telefónicos anotados en papeles, chicos que van en buses. Si llamo a H, ¿Me sucedería lo mismo? No me gustaría experimentar nuevamente lo que sucedió hace años con A (Pero esa, es otra historia, y no acabo nada bien).

A la hora de almuerzo, Mía, mi amiga del colegio, me dio el encuentro en el restaurant donde cada vez que podemos nos juntamos a almorzar; le conté todo lo que paso con el chico misterioso del bus, cuyo nombre empieza con H. Mientras hablábamos de chicos y buses,  también le pregunte si se acordaba de A, el chico del colegio, que encontré hoy en el bus de la mañana. Vagamente, pero si le pareció familiar la descripción y el nombre “Si, creo que era un chico muy guapo” me dijo. “Aún, lo es”. Pero, A es pasado, en cambio, H un futuro incierto.  

“¿Y qué vas a hacer con el chico de la mirada misteriosa?” En ese momento, sabía lo que pasaría. Si yo llamaba a H, podría suceder dos escenarios, el primero, que quiera una cita. El segundo (más probable) empezar una conversación con mensajes llenos de emoticones subliminales hasta que finalmente se concrete un encuentro; y ese día, el del encuentro, se desatarían dos bestias hambrientas que han encontrado carne en un mundo de vegetarianos.  

Tampoco soy un mojigato, mis piernas saben temblar ante un buen ataque. Si me seduce ¿Cómo puedo evitar caer en tentación? Me ha entregado la llave a su puerta. El número telefónico anotado en un boleto de bus… el zapato de la cenicienta. Cada número una migaja de pan que deja el rastro de camino a la cueva del lobo.

Son sus ojos mi problema, mi punto débil y kryptonita. Si no tuviera esos ojos, quizás ya me habría olvidado y seria otra cara bonita que deslumbra a quien sea. Pero NO. Esos ojos me fascinan. Desactivan mis neuronas y no puedo pensar en nada más que lanzarme encima, treparme hasta su boca y traducir cada página del kamasutra. Pero tengo miedo, es un completo extraño. Quien sabe realmente cuáles son sus intenciones… Pero esos ojos, esa boca, esas piernas… solo de recordar su voz, mis venas empiezan a endurecerme.

Estoy entre la espada y la pared, amiga. Entre las llantas del bus y el pavimento. ¡¿Qué esperas?! ¡Llámalo!, me decía ella en tono de risa. En realidad es algo que varios amigos me dirían, y a mí, me lo gritan todas las hormonas del cuerpo. Y en ese momento, mientras fantaseaba con lo que paso en el bus de ayer, mi amiga en un arranque de locura adolescente que la caracteriza,  cogió el boleto del bus y corrió hacia la puerta.

¡¡¿Qué haces estúpida?!! Le grite a la muy atolondrada, mientras la perseguía, después de pagar la cuenta. “Te estoy ayudando” dijo riéndose. Tremenda inconsciente y arrebatada. Mi dignidad pendía en estos momentos de mi velocidad.

Logré alcanzarla, y le quite el teléfono de la mano tan violentamente, que se me cayó, y como si todo estuviera conspirando en mi contra para avergonzarme en público, al caer, el golpe activó el alta voz. Habían pasado dos timbradas desde que ella marcó, y una más desde que cayó al suelo. A la cuarta contestó…

-“Alo?”

Esa era la voz de H.

Continuara…

Gercar lo dijo




sábado, 28 de noviembre de 2015

ME ENAMORÉ EN UN STARBUCKS


Y mi amiga me advirtió "no pierdas el tiempo, no va a suceder”.   ¡Pero que saben sus consejos!  Los consejos son unos aguafiestas, lo arruinan todo.

Acaso Adam necesito meses y años para enamorarse de Eva? (empecé a sustentar mi reproche). Eso fue amor a primera vista, no necesitaron nada. Eva, desnudó sus sentimientos, más que su cuerpo. No tuvo necesidad de explicarle nada ni ponerle título. No tuvo que decirle “que es lo que siente”. Solo lo demostraba. No le puso reglas. Y lo mejor de todo, es que nadie les dio “consejos” de amor. Nadie interrumpió, esa flor simplemente brotó. 

Y eso hago ahora amiga, expresarme. Solo estoy expresando lo primero que sentí y pensé cuando me sirvió en la barra y me sonreía, y aunque le sonría a todos los clientes, no importa. 

Gracias por advertirme, ¡Pero caramba, déjame divertirme! Me gusta el chico de Starbucks, tiene los ojos brillantes y conversamos brevemente de algo que no tenia nada que ver con mi pedido. Esto debe ser atracción a primera vista, al menos en mi caso. Debe ser potente su campo magnético (tu sabes), yo me quedaría pegado un buen rato. 

Ella insistió en rescatarme, mientras me llevaba de las orejas a la terraza. El chico volvió a gritar mi nombre porque me olvide el muffin de banana que también estaba en mi pedido. Sonrisas van y sonrisas vienen. No tenia su nombre en el pecho como los demás. 

Mi amiga se preocupo por mí ¿Por qué? Porque tenemos que justificar nuestras emociones. Se supone que son espontáneas. Ahora tengo el caño abierto, deja que corra el agua, amiga. Dejame contarte todo lo que haría el barista.  

Suficiente, dijo ella. Vámonos!

¡No quiero irme de Starbucks aun! Déjame quedarme, ¿Cuál es la prisa? Quiero contemplarlo un rato más. Quiero rozar mi cara por su barba y quiero lamer una de sus orejas. Su cuello es sexy.

No tiene músculos, pero los vellos en sus brazos lo hacen bello. Y lo más importante, amiga, tiene pecas. Tú sabes que pocas cosas me enloquecen. Las pecas son una de esas cosas.

te cuento un secreto, quiero llevarlo al baño y bajarle los pantalones, quiero que se quede con el mandil verde puesto. Que se forme la carpa y deslizarme bajo esas telas. Besar profundamente hasta que termine su turno y cambie de horario.  

Quiero que me embarre en su crema chantilly. Quiero besarlo a la velocidad en la que un Zombie devora a una persona, con ese mismo hambre.

Estoy enamorado a primera vista, y el amor no tiene que ser siempre dulce y puro. Puede ser excitante, sucio y lascivo.

Me gustaría que el chico que atiende el Starbucks tuviera los mismos pensamientos salvajes como los míos. Es probable que no, amiga. Pero déjame contemplarlo un rato más, que él no sabe nada.

La vida sería más sencilla si pudiéramos enamorarnos de la nada. Sin explicarlo. Solo hacerlo. Hacer amor. Discúlpame amiga, por decir tantos disparates, pero en unos momentos cruzaremos esa puerta y nos iremos, y todo este encanto desaparecerá. Así que no, no te cuesta nada escucharme. Pediré otro té helado.

¿Por qué estas tan seguro? dijo ella. Hablas como si fuera probable.

Porque siempre hay gente dispuesta a hacerlo, solo es cuestion de seguir jalando el hilo...


Gercar lo dijo


domingo, 15 de noviembre de 2015

HOY VI UN ARCO IRIS



Hoy vi un arco iris, hace tiempo que no los veo. Tenía los colores completos y me lleno de optimismo. Estos dias de lluvia me han empapado de decepciones y problemas. 

Cuando todo sale mal es como si una nube negra se instalara sobre nosotros. Ha hecho mal clima en mi cabeza. He estado en una tormenta, cansado de girar dentro de ella, de ser arrastrado por los aires.  Los cambios climáticos en el amor son tantas veces como vientos huracanados. 

Te arrebatan todos, te sacuden y te dan mil vueltas. Te mareas y no sabes dónde  terminas. Un día un desierto, desolado y rojo de ira. Otros días cae nieve y ya no quiero saber nada me vuelvo mas frió que los icebergs que me hunden como un Titanic, y demora, quiero que termine pero demora en hundirse, porque el impacto es tan fuerte. Si te dejan o te engañan, sanar demora. 

La cabeza esta atormentada con rayos y relámpagos, las nubes grises no dejan ver el cielo, el claro y azul cielo. Porque cuando nos gusta alguien todo parece determinante, al límite, a mil por hora. Y cuando la relación se vuelve difícil, es como un bote pequeño a la deriva en miedo de la tempestad azotado por las olas del rechazo y pretextos.

La única manera de escapar es salir de la tormenta. Buscar el arco iris que siempre sale cuando termina la tormenta. Como es que algo tan bonito nazca de algo tan devastador…


Hasta la naturaleza es sabia, después de algo tan terrible siempre viene al mejor, en mi caso un arco iris. 

Gercar lo dijo 

domingo, 1 de noviembre de 2015

VUELVEN LOS FANTASMAS


Ya acabo octubre, sin embargo, están apareciendo los fantasmas, mejor dicho, el fantasma, solo uno en particular. Ha regresado como el anuncio de una película de terror. Se manifiesta en múltiples formas que no necesita una mansión embrujada para hacerlo.

Su nombre se me escapa sin querer cuando hablo con otra persona. Se mete en la radio la canción que cantábamos. Atenta con mis nervios cuando escucho en el bus una carcajada igual a la suya. Quien dijo que superar es fácil, nunca conoció a este espíritu que me está jalando los pies y los cabellos por las noches cuando sueño con la primera vez. Los recuerdos son fantasmas.

Egoísta podría definirlo bien. La tumba donde lo enterré hace años hoy la descubrí abierta, se ha escapado y vuelve para atormentarme, ahora que mi vida se encuentra normal… ahora que me, me va muy bien….

Ahora si ya no puedo dormir. Me mueve la cama, con sus pensamientos. No todo fue malo, existen sus buenos momentos, eso que mi cama extraña. Y también mis sabanas.

No me deja, ni en la noche ni en el día. Cada esquina que dobló mi mente se desquicia y sufre paranoia. No quiero encontrármelo por casualidad, porque para eso existe ese tipo de cosas “accidentales” “coincidencias”. Espero que no suceda.

Y si sucede. ¿Qué hago? Estaba pensando en reírme y disimular que no había pensado en ningún momento que un encuentro así sucedería. También pensé, en hacerme el despeinado y fingir que no vi nada y esconderme por ahí. Y desde luego pensé en aventarme encima, como cocodrilo y despellejarle.

No será Halloween, pero mi vida está peor que cementerio de muertos vivientes. Y este zombie, está comiéndose mi cerebro. En serio que no puedo dejar de pensar en que el encuentro sucederá. 

Y, la peor de las partes ( y la mas honesta) de esta historia, no puedo contener, pero en el fondo algo en mí quiere verlo, porque la última vez que hablamos, me falto decirle algo..........supongo que tendremos que terminar esa conversación.

Gercar lo dijo 




viernes, 30 de octubre de 2015

QUIEN ME ESCRIBE


En la puerta de mi casa, siempre dejan la correspondencia, la revistas del mes, publicidad innecesaria, recibos, y también la carta color púrpura. La empleada sabe que esa colorida, es para mí y me la deja en mi habitación sobre la mesa de noche. Esta es la tercera.

La primera fue hace dos semanas atrás, un lunes por la mañana, la encontré personalmente cuando salía de mi casa. La leí en el taxi mientras iba al trabajo. Era un anónimo, “se quién eres” con un corazón al final. Mi corazón latió de alegría y emoción. Que buen detalle, pensé. Sin duda tenía que ser él.

Hace dos días, el domingo en la madrugada, en el cumpleaños de un buen amigo mío, conocí a este chico, que parece que tenía flotando sobre el hashtag #chicoperfecto, y sentí mariposas, palomas y cóndores volando en mi estómago. 

Parece que llegó con otras personas que no eran allegados a los amigos que conozco. Nos presentaron y no dejamos de conversar. Al final de la fiesta me acompaño hasta mi casa, y nos dimos un beso.

Me pidió mi teléfono y luego se fue. Mi amiga que nos vio en la fiesta me contó que se le notaba muy interesado en mí, y yo obviamente con la expectativa al tope, le conté todo sobre la carta purpura. “Creo que le gusto” fue mi veredicto.  
Al cabo de una semana, no quise ser de las personas que buscan inmediatamente noticias sobre alguien. Deje que todo siguiera su curso. A la siguiente semana llegó una segunda carta púrpura a mi puerta, con tantas cosas en mi cabeza, no leí hasta tres días después:

“Me gustas…”

Nuevamente mi corazón se aceleró como un ratón corriendo sobre una rueda enjaulado en un laboratorio.  Intente llamar a mi amiga, pero no me contesto, y con todo el trabajo encima, no pude contarle nada. Lo raro es que el chico no me escribía por el teléfono ni me citaba…Seguro estaba generando intriga y expectativa, con esa forma vintage de hacerme saber que le gusto.

¿Quién envía cartas ahora? nadie. El hecho de que se tome tiempo en hacerlas y enviarlas hasta mi casa, es buena señal, de que probablemente este chico es ideal, lo que estaba buscando sin buscarlo. Lo que llego sin querer y de sorpresa, ¡Como sus cartas púrpuras!

Han pasado dos semanas desde la fiesta, y una semana desde que le conté sobre la primera carta  a mi amiga, hoy nos citamos en un café para ponernos al día y chismear; por supuesto que el chico de las cartas púrpura estaba agendado como tema principal en la conversación.

Mi amiga llegó antes que yo y me tenía listo un late venti, Se veía emocionada, me conto sobre su nuevo trabajo, estaba feliz. Y yo también, se notaba mucho en mis ojos, dijo ella. Abrí el morral y saque la carta púrpura número tres. Mi sonrisa fue creciendo.  “Que es eso” dijo ella intrigada. Y empecé a contarle sobre el chico que conocí en la fiesta de Toño y las cartas que me había enviado.

Emocionada al igual que yo, gritó “¡Ábrela!”, refiriéndose a la carta. Yo aún no la leía, la recogí en la mañana de mi mesa de noche y no tuve tiempo hasta ahora.
Rompí el sello, y saque el papel. Mi amiga se acercó para leer juntos el contenido. Pero estaba en blanco. Me desconcertó un poco, y no tenía sentido. ¿Será parte de su estrategia?

Mi amiga y yo seguíamos hablando, hasta que llegó otra amiga que también estaba en la fiesta. Ella trabaja cerca al café donde estábamos y entro de casualidad no esperábamos encontrarla.

“Clau!” le gritamos, para que pudiera vernos. Claudia desconcertada, voltea y al vernos emocionada  se acercó a nosotros casi corriendo de puntitas con sus tacos ruidosos. “Que coincidencia!” gritamos a la vez los tres.
Mi amiga, empezó a contarle a Clau, sobre las cartas púrpuras y le pregunto si conocía al chico que me acompaño ese día a mi casa.

Yo sospechaba que él y la persona quien enviaba las cartas, se trataba de la misma persona. Esa noche conmigo fue increíble y por supuesto ese beso significaba un “continuará…”

Clau, echo un suspiro, y cerró los ojos, al abrirlos tenían una expresión lamentable. “No sabe, mi primo es amigo de sus amigos, él murió hace 3 semanas”…

¿Qué?! No podía creerlo. Pero si el me envió las cartas, bueno, si tengo que sospechar de alguien solo se me ocurría él. Ni mi amiga ni yo, le comentamos que yo sospechaba que ese chico enviaba las cartas. Qué triste noticia. Felizmente solo le conté sobre las cartas a mi amiga.

“Al día siguiente de la fiesta apareció su cadáver en una calle. Víctima de un asalto.” Contaba Clau. 

“Que peligrosa se ha convertido Lima” dijo mi amiga. Yo estaba en shock. Entendí muchas cosas, como por ejemplo porque no me llamo, ni me escribió después de esa noche. Y que la cartas eran su manera old school, de comunicarse conmigo. Me sentí como un tremendo estúpido. Me sentí muy especial como parecer verdad.  

Clau se despidió, y también mi amiga. Cada una se subió a un taxi diferente. Yo espere otro para ir a mi casa. Me dejó a dos cuadras para que no tenga que demorarse en dar la vuelta, debido a que la calle de mi cuadra no tiene salida solo entrada.

Camine hasta mi casa, nadie abría la puerta. Tuve que buscar la llave para poder entrar, casi nunca la uso, siempre hay alguien en casa para abrir la puerta. Cuando pude abrirla, ahí estaba, sola y más purpura que nunca, otra carta. Desconcertante para mí. Quien podría ser… ahora si mataba la curiosidad y me cubrió de intrigas.

La lleve a mi cuarto y la abrí con desesperación. No se escuchaba ruidos ni nada. Al parecer todavía no llegaban mis hermanos y mis papas siguen en el club. La carta estaba doblada muchas veces, empecé a sentir una angustia inexplicable a la altura de la garganta donde se forma el nudo, demore en abrirla,  finalmente encontré las letras, y no pude emitir ni un solo sonido, la boca se me seco, los ojos se me aterraron, me quede inmóvil, la tinta estaba fresca y chorreaba hasta mis manos,


 “Estoy detrás de tí…”

Gercar lo dijo 

martes, 27 de octubre de 2015

EL CHICO DEL BUS #Capitulo2 EL NÚMERO TELEFÓNICO

Yo caminaba hacia el fondo del bus, dispuesto y  preparado para escuchar lo que podría ser un sí o un no. Ya estaba cerca de sentarme a su costado como lo tenía planeado, el asiento estaba vacío y mi cuerpo lleno de nervios. Pero la pata del animal que manejaba la lata de sardinas donde estábamos, pisó hasta el fondo el pedal del freno, y parece que mis agujetas eran más sabias que yo, y me tendieron una trampa de torpeza que me enredé los pies y caí en cámara lenta encima suyo.

“Discúlpame!” exclame al momento en que caían mi vergüenza, mi cuerpo y su libro.  Me senté al costado, en el asiento vacío, tan vacío como mis cuerdas vocales que no pudieron pronunciar nada más.  El color rojo de mi cara avergonzada no me dejaba ver que cuando caí por la frenada del bus, sus manos se levantaron dejando caer el libro y me cogió del brazo para que no me cayera. Así que le dije con efecto algo retardado, gracias.  ¿Filantrópico? o algo sacado de una película de Woody Allen. No me respondió, solo sonrió de lado como un gesto amable.

Pero sus ojos me decían otra cosa (Quizás piensan que soy un loco que ve fantasmas donde no los hay y les puedo dar la razón). Era la primera vez que lo veía de cerca, siempre lo veía en el paradero o a muchos asientos de distancia. Pude ver sus ojos mejor que esas veces, eran de color miel o algo más dulce, desde las distancias anteriores parecían solo dos brillos que apuntaban hacia a mí como un francotirador.

El tráfico hacía del camino algo eterno, tan eterno como el libro que estaba leyendo. Por la esquina de mi córnea trataba a reojo de mirarlo… Era un libro que yo ya había leído, y estaba en la parte del purgatorio, mi favorita. Era fascinante cómo Dante podía describir cosas que no podía ver y que no existían. Se inventó todo y gracias a una mujer… Lo que puede hacer una persona ¿no?  A veces sin querer te conviertes en la inspiración de alguien más. Quizás nunca lo sabes. Ahora mismo aquel que estaba a mi costado se había convertido en mi inspiración y no lo sabía.

Estornudó de repente como tres veces, yo me hice a un costado tratando de evitar el virus, se disculpó.

-  ¡En qué pecado estás? (le pregunté) 
-  En la Lujuria- respondió. 
-  ¿Ya sabes cómo se castiga a los lujuriosos?
-  No, aun no sé. Pero si sé por qué llegaron ahí…  (sonrío)

Su mirada se clavó en mi cara. Ese segundo y medio en que me miró a los ojos, parecían horas de interpretaciones y búsqueda de respuesta. ¿Por qué su mirada es tan poderosa? Me da escalofríos, pero me encanta. En ese momento, tuve que hablarle en su idioma, con mi mirada. Mientras nos mirábamos el volteaba la página hacia un nuevo capítulo (el mío?).

Habrá entendido lo que le dije (con mi mirada). Porque lo que su mirada decía para mí tenía mil significados. El tráfico empezó a desaparecer. Cerró el libro y cerró los ojos como alguien que está a punto de dormir un poco antes de bajar.  

Su garganta pasaba la saliva y dibujó la silueta de la manzana de Adam, pude ver como bajaba y subía. Aproveché que sus ojos se cerraron para mirarle descaradamente. Es sexy, tan sexy que podría aventarme encima, besar y lamer cada pedazo de su cara. Arrancarle la camisa mientras salpican los botones. Y NO, NO puedo controlar estos pensamientos.

Su cabello  se le caía en la cara y lo empujaba con un soplido para alejarlo. Yo estaba en erupciones volcánicas sureñas...  Cuando reaccioné faltaban dos paradas más para bajar (pero también tenía otra parada abajo que no me dejaba pensar).

Se acabó todo, es hora de bajarme, ¡¿Cuánto tiempo pasará para volver a ver su cara, su libro, y sus ojos espeluznantes?!. Me puse de pie, y sentí que una bestia me acechaba, como cuando pasas por una jungla y pisas una rama que despierta a los depredadores.

Mi garganta se secó, pero tenía que hacerlo, así que mire atrás para verle una vez más antes de bajar. Y ahí estaban, esperándome sus dos ojos sobre mí.  Esto no es normal,  me empecé a preguntar ¿Me conoce? ¿Lo conozco? ¿Por qué me mira? ¿Por qué lo estoy mirando? ¿Para qué?

En medio de esa ola de preguntas sin respuestas, toqué el timbre para bajar en cuanto el bus se detuvo en el paradero. La bajada estaba al costado de su asiento.  Ya no miraba, había abierto nuevamente el libro, escribiendo algo encima. Creo que todo está en mi cabeza. Ya no debería ver tantas películas…

Empecé a descender por los peldaños de la escalerita de la puerta, la gente me empujaba para bajar y otros para subir, el paradero era un caos hasta que su mano me detuvo, al voltear a ver qué pasaba era él.

Todo era confuso, quizás me olvidé algo en el asiento y me lo quiere devolver. Qué amable. Pero qué extraño, tengo todo, celular, billetera, maletín… La gente seguía subiendo y estaban a punto de cerrar la puerta y yo tenía que irme, me agarró la mano y puso algo en ella.

Los cláxones de los carros  y gritos de los pasajeros, insistían en que el bus debía avanzar más rápido, “Oe baja pes hermano” me gritaba el microbusero. Volví en mí y bajé rápidamente. El semáforo estaba en verde. Casi caigo al bajar. El bus se iba y podía ver su silueta desde la parte trasera por el vidrio.

Ya era de noche y caminé un poco con el puño cerrado. Ansioso por saber. Cuando abrí  mi mano era un pedazo de papel lo que tenía. Reconocí de inmediato lo que me entregó; era el boleto del bus arrugado, esos que entregan a cambio, cuando pagas el pasaje. Al desenvolverlo, estaban escritos nueve números, y una letra.

No necesite más pistas, su nombre empezaba con H.


Continua…